Hecho en República Dominicana

Hecho en República Dominicana

Una vez estando en Corea del Sur varios diplomáticos asistimos al acto de entrega de reconocimientos a estudiantes coreanos de secundaria que habían terminado sus investigaciones.

La patente sería utilizada por una empresa que producía bebida natural para dar energía al cuerpo. El Estado coreano estimulaba esas investigaciones porque recibiría impuestos y las empresas eran beneficiadas por la venta de los productos, y los estudiantes también eran estimulados a que continuaran esas prácticas. Y algunos eran premiados con incentivos y también con su incorporación al trabajo inmediato a las empresas.

El vínculo entre el Estado, la academia y el empresariado con la investigación y la innovación es fundamental para el desarrollo de cualquier economía.

Un país que no investiga, que no innova, que no genera productos con alto nivel de competitividad, es un país que queda desplazado y hasta desfasado en el plano de la competencia internacional. Y hasta localmente, a nivel del mercado nacional, es posible que puedan entrar productos extranjeros con más calidad y más baratos que los que se hacen en el mercado nacional. Y así no debe ser.

Todo lo anterior viene a cuentas por lo publicado el sábado 31 por el matutino HOY, en donde un grupo de jóvenes han realizado numerosas investigaciones coordinadas por el Instituto de Innovación y Biotecnología del país. Y algunos han comenzado a abrirse campo diseñando nuevos productos con café, cacao y macadamia. Otros están produciendo aceite de orégano. Y lo han estado trabajando con una asociación de productores de Nagua y con aportes del fondo FEDA. Otros han recibido alguna contribución del Fondo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico del Ministerio de Educación Superior.

Todo eso es valioso.

Pero debe haber una política más amplia y una vinculación mayor con el Estado, ofreciendo mayores fondos, usando inclusive algunos provenientes del 4 por ciento para la educación. En lugar de dedicar todo a la construcción de aulas y a la formación de maestros, hay que dedicar un fondo importante para la investigación, la innovación y el desarrollo. Y usar las aulas y a muchos estudiantes para que empiecen a investigar desde que están comenzando sus estudios intermedios.

Cuando estuve en Corea del Sur un laboratorio me pidió cuáles eran los productos dominicanos más populares para sus técnicos hacer pruebas y diseñar nuevos productos dominicanos, con base a lo que el país produce. Estoy seguro que con la incorporación de la cooperación internacional, el apoyo del Estado, la vinculación de los empresarios, el sector educativo, tanto público como privado, podemos disponer de un país más desarrollado, más competitivo, que genere empleos para sus jóvenes y pueda competir con productos dominicanos, en los mercados más avanzados a nivel internacional. Que algún día en el aeropuerto de Japón, Corea del Sur, Miami, España o Rusia, se puedan ver productos que digan: Made in Dominican Republic (Hecho en República Dominicana).

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