Héctor Acosta cantó al amor en una noche sin desperdicios en el Gran Teatro del Cibao

Héctor Acosta cantó al amor en una noche sin desperdicios en el Gran Teatro del Cibao

A las 8:35 de la noche, las cortinas del Gran Teatro del Cibao se abrían lentamente, en una sala Restauración repleta de fans, y allí, entraba, él, Héctor Acosta, con camisa rosada, chaleco y pantalón gris, con una boina que le daba personalidad al concierto con un gran toque de romanticismo.
Y a los acordes del Trío de Carlos Vargas, “Dos Gardenias” paró a la multitud que se levantó de sus asientos a aplaudirlo.
“Gracias mi gente, gracias por estar aquí y gracias por apoyar mi carrera, hoy les canto románticamente y espero les guste”, dijo emocionado.

Siguió “Querube”, “Sin ti”, “Esta Noche” y “Para vivir” en un solo de piano, que enloqueció a los asistentes.
Un Torito relajado, continuó con sus éxitos “Si tú estuvieras”, “O te vas tú o me voy yo”, “Quizás sí, quizás no”, “Perdóname la vida”, “Flor pálida” y “Con que ojos”.
El concierto “Un bohemio cibaeño” siguió su curso con un cambio de vestuario, sin dejar su boina negra, hizo un popurrí de bachatas recordando a grandes exponentes del ritmo como son “Morenita Mía”, de Ramón Cordero, Rafael Encarnación con “Penas de hombre”, Odilio González (el Jibarito de Lares) con “El rostro mío” y de Rafo “Para mí todo acabó”.
“Esto es para gozársela, hoy para mí, y para todos ustedes es el Día de San Valentín, así es que tome su pareja y dele un beso. Si ustedes me dan permiso, yo quiero darle un beso a mi esposa”, exclamó El Torito, y ante la respuesta de un sí, le dio un beso y cantó un popurrí de rancheras en el que incluyó “La vikina”, “Si nos dejan” y “Cataclismo”, con el público haciéndole coro.

Siguieron sus éxitos “Sin perdón”, “Me duele la cabeza y “Amorcito enfermito”, de su más reciente producción discográfica. De inmediato interpreto “Y volveré”, canción que fuera un éxito de los años 70 con Los Ángeles Negros.
El Torito se despidió del gran público, con “Me voy”, en versión bachata y bolero. Al grito de “otra, otra, otra” cerró con un merengue.

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