Héctor Galván – El reverso de la moneda

Héctor Galván – El reverso de la moneda

El 8 de enero del 2004 se cumplió ya un año desde cuando el presidente estadounidense, George W. Bush, presentó un plan de reactivación de la economía de Estados Unidos por un monto de 674 mil millones de dólares en 10 años, basado, saben ustedes en que, en reducciones de impuestos, y saben en que otra cosa: en medidas sociales.

Luego, el 15 de abril del 2003, Bush se reunió con un grupo nutrido de empresarios de esa nación, como Tom Donohue, presidente de la Cámara de Estados Unidos, así como Jerry Jasinowski, presidente de la Asociación de Fabricantes; Karen Kerrigan, del Comité de Supervivencia de las Pequeñas Empresas; con Tom Musser, de la Federación Nacional de Negocios Independientes, con Terry Neese, de Mujeres que Tienen Impacto en la Política, y Melanie Sabelhaus, de la Administración de Pequeñas Empresas, entre muchos otros.

Pero lo importante no es que se reuniera con sectores importantes del empresariado norteamericano, con los que mueven la economía de esa nación, sino que a ellos, personalmente, y con la prensa en frente, les planteó que esa nación necesitaba una «decisión rápida de nuestro Congreso respecto al conjunto de medidas que favorecen el crecimiento económico. Necesitamos una desgravación fiscal que amonte a por lo menos $550,000 millones para asegurarnos que la economía crezca». El presidente de Estados Unidos reconocía que era necesario para que la economía crezca, para que los negocios prosperen y la gente consiga trabajo, reducir los impuestos a las empresas y a los consumidores.

Pero mientras eso ocurre en la principal nación del mundo industrializado, de la cual hay mucho que aprender, y a la que muchos desean imitar, en un país pequeño, ubicado en una isla del Caribe que se denomina la República Dominicana, se hace todo lo contrario: por recomendación del Poder Ejecutivo, el Congreso recién aprueba un impuesto de un 2 % a las importaciones y un 5 % a las exportaciones.

Con esas medidas, se procura, según el gerente técnico del Banco Central, en una entrevista concedida al Listín Diario, del 5 de enero del 2004, «limitar la demanda de bienes, y por consiguiente, se espera que el producto interno bruto caiga moderadamente durante la aplicación del programa».

Y aunque ese economista reconoce que en un período electoral, en los primeros tres trimestres la economía muestra un comportamiento recesivo, se sabe que un aumento en los impuestos a las empresas, significa un efecto de alza en los costos, presionando en consecuencia a dichas empresas a reducir sus gastos, siendo los de personal, los primeros afectados. De manera, que los aumentos de impuestos aranceralarios tienen a profundizar el desempleo.

Decía Bush que el crecimiento económico y la creación de puestos suceden cuando los consumidores compran mas productos y servicios de negocios como los de los empresarios allí presentes en esa actividad de abril pasado.

Pero en la República Dominicana, fruto de los errores que se cometieron con la supervisión bancaria, en una desmedida emisión monetaria, se busca aplicar una política monetaria restrictiva, lo que elevaría aun mas las tasas de interés, ya de por si bastante elevadas, que no se parecen ni de lejos a las que hay en los Estados Unidos. «Esto alega el amigo gerente técnico del Banco Central pospone el consumo de las familias y no estimula a los inversionistas».

Pareciera entonces como si nuestro país, fuera el otro lado de la cara de la moneda, una suerte de reverso, en términos de políticas económicas, de lo que se esta aplicando y recomendando en los Estados Unidos.

Mientras allá, los norteamericanos, plantean estimular el consumo de la población, en el país, por el contrario, de lo que se trata es de reducirlo al máximo, posponerlo, como dice el economista del Banco Central. Y así, no puede ser. Porque eso no lo aguantan ni las empresas ni el propio consumidor, que como dice un amigo economista de Santiago, Robertson Núñez, ya se encuentra quebrado. Las tarjetas de crédito de la mayoría de los dominicanos atraviesan por serias limitaciones en su línea de crédito, y esto solo para referirnos a la clase media, ni hablar de la clase baja, ni la pobre, que probablemente, nunca en su vida han usado tarjetas de crédito ni de nada, y son la gran población del país.

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