Héctor Mateo dedica vida a sus amores

Héctor Mateo dedica vida a sus amores

Señoras y Señores:
Este momento, por las circunstancias que nos reúnen, genera una intensidad emotiva que estremece las fibras más profundas de mi ser. Es alucinante como el recuerdo puede recrear toda una vida a la velocidad del relámpago, recorriendo el túnel del tiempo en ráfagas que van iluminando los episodios más trascendentes de mis 90 años de existencia.  Lo más apasionante es que no he recorrido esa ruta solo, sino en compañía, unas veces tangibles y otras intangibles, y que hemos saboreado más las peripecias del camino que las mieles de las metas alcanzadas.

En el mundo que me ha tocado vivir he sido unas veces espectador, algunas veces testigo y en otras, protagonista de la cadena de eventos que de alguna manera dejaron huellas en mi existencia.  Mi larga trayectoria me ha afianzado la convicción que aprendí de Greg Anderson: que “la vida no se mide por su duración en años, sino por la capacidad de amar, que se mide a su vez por la magnitud con que calemos en el recuerdo de los demás”.

Me parece conveniente poner mi discurso en contexto con las tres generaciones que abarca mi vida, citando brevemente, y a grandes rasgos, los acontecimientos más sobresalientes ocurridos desde el año 1930: la tiranía trujillista, que cubrió los 30 años más caros de mi juventud, era de opresión,

oprobio y oscurantismo con limitación del desarrollo individual; la Gran Depresión, la Segunda Guerra Mundial, la Guerra Fría que se prolongó hasta 1990, guerras regionales, guerra civil de Abril en 1965; grandes catástrofes naturales y la catástrofe terrorista que sacudió al mundo el 11 de septiembre del 2001 llevando la humanidad a la paranoia de la cual aún no se ha recuperado.

Asombrosos y acelerados acontecimientos se han producido en las últimas 5 décadas: El perfeccionamiento de la radio y la televisión, la conquista del espacio, la llegada a la luna y los vuelos tripulados, las sondas planetarias, los satélites artificiales y la comunicación satelital; la gran revolución científica y tecnológica, la internet y las redes sociales.  Todos estos acontecimientos han precipitado transformaciones socio-culturales, económicas y políticas que se han profundizado con la Globalización y la Economía de Mercado.  Vivimos en un mundo muy complejo, de feroz competencia, muy distinto al escenario que prevalecía cuando yo egresé de las aulas universitarias en 1947.  Muy pocos de mi grupo de promoción y de mis coetáneos viven hoy para ver estas deslumbradoras transformaciones.

He dedicado mi vida a mis grandes amores: la Medicina, la familia, y la gente a través del servicio voluntario.  Las herramientas para transitar estos 90 años, y poder enfrentar los grandes retos que me esperaban en mi vida, me las dieron mis padres, en un hogar amoroso, responsable, solidario y con arraigos  en la fe y en la práctica cristiana.  Decía papá que la única fortuna que podría dejarnos era la educación, y así fue.

Otras de mis grandes satisfacciones, de  los grandes amores de mi vida, ha sido la oportunidad de participar durante 38 años en la Familia APAP (Asociación Popular de Ahorros y Préstamos) a la que he entregado mi vocación de servicio y la pasión con que suelo abrazar todas mis tareas.  APAP me ha probado que el ejercicio de la Medicina es compatible con la Economía y las Finanzas.

En lo que no he incursionado es en la Política, a pesar de que no faltaron proposiciones.  Muy pocos médicos han sido exitosos en el ejercicio del poder.  Y no debería ser así, resulta una paradoja, porque hay gran afinidad entre la Medicina y la Política.  Ya lo decía Virchow, médico, antropólogo y político alemán, que la Medicina es una ciencia social que recoge la expresión de las condiciones desfavorables de las personas y de la población y que la Política no es más que medicina en gran escala.

Mi pasantía en APAP, que ha sido para mí un centro de aprendizaje, me ha ayudado a completar la realización de mi vida.  No podría pedir más. Es una distinción estar integrado a una organización con una plataforma humana envidiable, constituida mayoritariamente por jóvenes de gran calidad humana, impregnados de entusiasmo, de sanos principios e imbuidos de un gran espíritu de superación.  Gracias a ellos APAP está en su mejor momento, regida bajo el paradigma moderno del Gobierno Corporativo y ajustada a las estrictas normas regulatorias que pautan el sistema financiero.  Dejo APAP en manos seguras y competentes, muy bien posicionada y con una respetable imagen de confianza pública.

Este es un momento propicio para extender mi reconocimiento y mi aprecio a las Autoridades Monetarias y al Banco Central de la República Dominicana por el apoyo que le dieron a APAP durante los largos años de mi gestión, y en lo personal por la distinción y el trato deferente que he recibido de Don Héctor Valdez, Gobernador del Banco Central, de los miembros de la Junta Monetaria y de la Superintendencia de Bancos.

Dice el Eclesiastés: “Todas las cosas tienen su tiempo, todo lo que hay debajo del cielo pasa en el término que se le ha prescrito”.  Es tiempo de dejarles, pero no sentiré nostalgia por la ausencia porque estaré atado a ustedes a través de las doradas y templadas hebras del afecto.  De ese afecto que vi reflejado en la dulces sonrisas mezcladas con lagrimas de admiración y estima que me regalaron al final de la Asamblea del 7 de Abril del 2011.

No podemos predecir el momento que nos tocará pasar la última página para cerrar nuestra misión en la tierra, mientras tanto, como buen obrero, seguiré colocando blocks con el empeño de dejar una huella positiva en este mundo, guiado por el pensamiento que ha pautado mi vida: asegurarme, al término de cada día, de haber construido algo útil, haber aprendido algo nuevo y sonreído a alguien.

Gracias, que Dios les bendiga a todos.

En síntesis

13 de mayo 2011

Discurso doctor  Héctor Mateo durante el reconocimiento dedicado por la Asociación Popular de Ahorros y Préstamos con motivo de sus 38 años como miembro de la Junta de Directores.

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