Un ratón muerto en el tribunal de primera instancia  de la provincia de San Cristóbal, previo al inicio de una audiencia, fue motivo de que jueces y abogados tuvieran que detenerse a decidir si proseguían la sesión o si los presentes podían tolerar el mal olor del roedor atrapado entre la madera del estrado.

Pese a la inaguantable fetidez, la audiencia prosiguió.

Cuando las partes se disponían a empezar, comenzó a molestar el hedor, proveniente de la parte baja del entarimado del tribunal.

La jueza del juzgado unipersonal, María Echavarría, se percató de la presencia del ratón, que  quedó atrapado en medio del entablado. “¡Mire, se murió un ratón!”.

Esta fue la voz de alarma que alertó sobre el cadáver. Otra voz le dijo: “Usted lo puede aguantar, pues trabajemos”.

Ante la necesidad de conocer la audiencia, con carácter de urgencia, las partes optaron por no llamar al personal administrativo a levantar la rata, para no estropear la reunión, ni romper el ambiente de trabajo que primaba en la sala.

Se considera que la presencia de ratas y ratones en algunos tribunales se debe a la cantidad de papales amontonados, a los espacios viejos.