POR GERMAN MARTE
República Dominicana sigue siendo el mayor exportador de tabaco del mundo, con un volumen de 200 millones de cigarros hechos a manos al año, por un valor superior a los US$220 millones, afirmó ayer el empresario dominicano Hendrik Kelner, propietario de la fábrica Cidav, que produce los mundialmente famosos cigarros Davidoff.
Adicionalmente, precisó Kelner, se ha desarrollado mucho la industria del cigarro a máquina con un volumen casi igual al que se hace a manos, aunque tienen un valor menor. El cigarro a máquina representa entre US$30 y US$40 millones adicionales.
Destacó que el mercado principal del tabaco criollo es Estados Unidos, adonde va el 60% de las exportaciones del producto; le sigue Europa, cuya estructura de gerencia está en manos de los monopolios que dificultan la penetración a ese mercado, «pero poco a poco el cigarro dominicano está penetrando».
Kelner ofreció la información al participar como invitado en el Almuerzo Semanal del Grupo Corripio, al que asistió junto a los también miembros del Consejo Para el Desarrollo Estratégico de Santiago, Rosa Arlene María, Mauricio Estrella, Reynaldo Peguero y Zobeyda Cepeda.
EL PERFIL CIBAEÑO
De acuerdo con Kelner, preservando la industria del tabaco se preserva también el perfil del cibaeño, porque la sociedad de la región se forjó en torno a ese producto.
«Si no hubiese sido por el tabaco, un producto que tiene la particularidad de que puede sostener una familia con una pequeña parcela de 20 tareas, aunque fuera con el trabajo familiar, los cibaeños hubiéramos sido diferentes a lo que somos hoy», expresó.
Esa estructura de propiedad privada, donde había pequeños campesinos pero que eran propietarios- que aunque fueran explotados desde el punto de vista del valor que les pagaban por su producto, por lo menos mantenían la propiedad, manifestó Kelner, quien además es presidente del presidente del Consejo Para el Desarrollo Estratégico de Santiago.
Y esa actividad, añadió, hizo de los pobladores de esa región hombres a quienes les importaba lo que ocurría fuera del país, porque un acontecimiento o una guerra en Europa podía afectarlos directamente, «hizo una sociedad de hombres libres, de pensadores libres. No eran asalariados, no eran simples obreros confinados a un hato, a una zona cañera. Esas personas aun con su pobreza digna- podían ir al pueblo, discutir el precio de sus productos y adquirir lo que necesitaban en la ciudad y no esperar que fueran a llevárselos a donde estuvieran confinados.
«El tabaco nos dio ese perfil. Por eso las revoluciones y los movimientos guerrilleros políticos más avanzados se dieron en esa zona y casi todos estaban conectados con algún problema del tabaco, porque conformó una sociedad que nos dio ese carácter», apuntó.
Aseveró que los santiagueros siempre han encontrado la forma de pasar de exportadores de materia prima, a exportadores de productos terminados, con un éxito tal «que somos los mayores productores del mundo».
En su opinión, el cambio que lograron los cibaeños con el tabaco, y en especial Santiago, de convertirse de exportador de materia prima a exportadores de producto terminado es lo que se debe hacer con las industrias de zonas francas que tuvo su momento cumbre con el auge de los textiles, y que también incidió en la conformación de la sociedad, porque trajo a esta ciudad una gran cantidad de personas inmigrantes de pueblos aledaños a trabajar en la ciudad, donde había empleos, aunque de cierto nivel. Esas personas trataron de adaptarse a la cultura de Santiago, «pero realmente crearon problemas de identificación que hoy estamos viviendo».
CONSUMO INTERNO Y FALSIFICACION
Aunque el país es el mayor exportador de puros en el mundo, los dominicanos no son grandes fumadores de cigarros.
Las razón es, según el fabricante de los cigarros Davidoff, el desarrollo urbano tardío, de modo que cuando en el país comenzaron a surgir centros urbanos con suficientes capacidad para crear un mercado, ya entraba la moda del cigarrillo de moda, «por eso no hubo esa oportunidad de desarrollar un mercado interno».
De modo que el mercado interno está compuesto básicamente por turistas. Pero alrededor del 60% de los turistas que compran cigarros se abastece de cigarros falsificados, aunque últimamente se está combatiendo esa práctica.
Kelner clasificó a los turistas en cuatro tipo de consumidores: el que no fuma, pero que al llegar al «país del tabaco» decide probar un cigarro, es un individuo que no tiene conocimientos de lo que es la calidad del producto; el segundo es el que compra por encargo, un tercer consumidor, dentro de los turistas, es aquel que compra cigarros con la intención de venderlos luego en su país para compensar parte de los costos del viaje; por último está aquel que dice «le voy a hacer un regalo a mi jefe, y puede hasta perder el cargo, porque cuando el jefe sube el humo del cigarro es un desastre».
Sin embargo, destacó que ahora se está persiguiendo a los falsificadores de cigarros gracias al Tratado de Libre Comercio con Centroamérica y Estados Unidos, pues uno de los capítulos que contiene el convenio es el respeto el derecho a la propiedad.