Hepatitis y SIDA, cómo elegir la terapia adecuada

Hepatitis y SIDA, cómo elegir la terapia adecuada

La enfermedad hepática es una de las principales causas de muerte y de complicaciones que tienen los pacientes con infección VIH. La coinfección es frecuente y la presencia del virus que causa el SIDA acelera el desarrollo de una hepatitis crónica. Además, las medicaciones antirretrovirales pueden dañar aún más el hígado, de forma que SIDA y hepatitis aparecen como dos problemas muy interrelacionados.

La revista Clinical Infectious Diseases ha publicado un suplemento especial en el que se abordan los problemas del paciente coinfectado. Uno de los tópicos de los que se trata es si los pacientes con hepatitis C o B deben ser tratados con antirretrovirales.

El autor del artículo, el Dr Powderly, de la Universidad Saint Louis de Estados Unidos, valora tres aspectos fundamentales: cómo afecta la hepatopatía a la hora de elegir el tratamiento antirretroviral, cómo determina la hepatitis el efecto del tratamiento y la necesidad de valorar el riesgo beneficio en cada caso basándose en datos publicados y en las características de cada paciente.

[b]ELECCIÓN DE LA TERAPIA[/b]

Los pacientes con hepatitis B y VIH deberían recibir tratamiento con alguno de los fármacos que actúan contra los dos virus, como la lamivudina y el tenofovir. El primero tiene el inconveniente de que los que lo consumen desarrollan resistencias con mucha facilidad, por lo que conviene asociarlo con otros fármacos que tengan efectos frente al VIH.

Algunos expertos consideran que el tenofovir se debería considerar un tratamiento de primera elección en el caso de pacientes con ambas infecciones.

En cuanto a los pacientes con hepatis C el debate en la actualidad se basa en qué enfermedad tratar primero. Los pacientes coinfectados responden bien a la combinación de interferón pegilado y ribavirina.

Para evitar la toxicidad de los antirretrovirales se aconseja que en los pacientes con un buen estado inmunológico se inicie primero el tratamiento de la hepatitis. Sin embargo, dado que tener las defensas muy bajas hace que la respuesta al tratamiento de la hepatitis sea peor, en pacientes en los que la infección por VIH esté muy evolucionada se debe iniciar primero el tratamiento antirretroviral.

El riesgo de que el tratamiento antirretroviral dañe al hígado es cinco veces mayor en los pacientes con VIH que además tienen hepatitis C. Pero aún así el 85 por ciento de los individuos tolera bien el tratamiento, por lo que incluso aunque se tengan las dos infecciones debe iniciarse terapia antirretroviral.

Eso sí, se debe vigilar más a estos enfermos y procurar elegir los fármacos o las combinaciones que dañen menos al hígado. Un aspecto básico es insistir de forma especial en el daño que hace el alcohol al hígado, y el efecto potenciador de complicaciones que puede tener en estos pacientes.

No se puede considerar la enfermedad hepática de forma aislada en los pacientes con VIH. Las decisiones a tomar sobre los tratamientos frente a una u otra enfermedad debe hacerse de forma conjunta teniendo en cuenta los beneficios y los riesgos que se corren.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas