Herederos de Luperón (2)

Herederos de Luperón (2)

Pero lo más importante del escrito que comenzamos a comentar ayer no es aquello de las “identidades” atrapadas, o lo de “gobernar con las encuestas”; es la opinión de Orwell según la cual los “herederos de Nelson y Cromwell” están “bajo el mando de una generación de fantoches”. Orwell, como se sabe, era llamado el “aguafiestas de la izquierda”. Su declarado socialismo no le impedía criticar las aberraciones de gobiernos totalitarios. Cuando hablaba de los políticos, mencionaba primero la Cámara de los Lores, pero no excluía la de “los comunes”. Poetas como Neruda compusieron “cantos de amor” a Stalingrado, ciudad sitiada por los alemanes, una cuestión explicable durante una guerra o por razones ideológicas antifacistas.

Tal vez no sean fácilmente explicables los cantos de amor al propio Stalin que escribieron otros poetas. Orwell no era proclive a esa clase de cantos. El punto neurálgico de estos tiempos es que los pueblos conservan sus “identidades”, son herederos “de Nelson y de Cromwell”, o de Duarte y de Trujillo. La tradición libertaria de “trinitarios” y “restauradores”, lo mismo que el prolongado ejercicio dictatorial de Báez, Lilís, Trujillo, están vivos en la sociedad dominicana. En la forma difusa de recuerdos, sentimientos, convicciones y costumbres, las identidades nacionales sobreviven a todas las tormentas. Aunque sufran un asedio parecido al de Stalingrado.

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Esas “identidades” forman parte de unas historias que se enseñan en las escuelas, con el propósito de que sirvan como aglutinantes colectivos. De dichos “legados”, cada generación descuenta mitos, acomodamientos ideológicos, inexactitudes; pero el torso básico sigue siendo una herencia cultural apreciada por todas las comunidades. José Luis Pardo nos dice que hay una “sociedad en fuga”; en fuga del centro de gravedad de las identidades. El “mundo global” nos arropa. “Ante él estamos inermes… no suele presentarse a elecciones… si se presenta lo hace enmascarado… bajo todas las siglas del espectro”.

Los políticos “lidian”, bregan o trafican, con el patriotismo de estas “sociedades en fuga”. Según Pardo, las instituciones están “demolidas o estranguladas”. Cita entre ellas: asociaciones de vecinos, sindicatos, Tribunal Constitucional. Los hombres que andan por calles y campos, que frecuentan bares, no dudan de sus identidades nacionales. Pero sus líderes políticos son “fugitivos” de las responsabilidades colectivas.

 

 

 

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