Así pues, tú ya no eres esclavo, sino hijo de Dios; y por ser hijo suyo, es voluntad de Dios que seas también su heredero. Gálatas 4: 7
Es tiempo de que hagamos nuestras las promesas de Dios. Ya no permitamos que nuestra mente nos haga permanecer esclavos y creer que no tenemos derecho a recibir la herencia de nuestro Padre Celestial. Si el mismo Dios envió a Su Hijo Jesucristo para deshacer la esclavitud que imperaba y nos separaba de Él, a fin de que por medio del sacrificio de la cruz se rompiera todo pacto y derecho legal que no nos permitía constituirnos en herederos del Reino…
Por lo tanto, tenemos una herencia a nuestra disposición, la cual podemos reclamar cuando queramos. Pero para esto tenemos que vernos como hijos y romper las estructuras del pasado que nos hacen ver muy diferentes a como Él quiere que veamos. Vernos como hijos nos hace entender que toda la herencia del Padre es nuestra.
Sintámonos bendecidos y listos para disfrutar lo que por ser hijos nos corresponde. No permitamos que algo nos haga vernos en otra condición que no sea la de hijos de Dios y herederos de Su Reino.