Herida en el costado

Herida en el costado

He recibido un ejemplar del libro titulado “La Era”, escrito por Eliades Acosta Matos. Se trata de un conjunto de historias acerca de la vida social y política durante la dictadura de Trujillo. El libro lleva un prólogo del escritor Diógenes Céspedes, centrado en la función de la novela en diversas sociedades a través de los tiempos. Céspedes subraya “la relación que siempre ha existido entre la historia y la novela”. La publicación es obra del Archivo General de la Nación y de la Fundación García Arévalo. Las “historias” de Acosta Matos son cuarenta. De una de ellas, “La herida en el costado”, tomo prestado el título para esta columna.
Esa historia, la número 31, está dedicada al tema dominico-haitiano. Como es bien sabido, Haití fue invadida por tropas norteamericanas en 1915; a la República Dominicana le ocurrió lo mismo en 1916. La ocupación extranjera se prolongó, en la RD, hasta 1924; y hasta 1934 en Haití. En RD las autoridades norteamericanas establecieron el sistema Torrens de titulación de tierras, cosa que no hicieron en Haití, donde permanecieron diez años más que en la RD. La narración de Eliades Acosta gira alrededor de la figura de Francisco Henríquez y Carvajal, quien fue Presidente interino en la época de la intervención militar norteamericana.
Las narraciones-crónicas de Eliades Acosta transcurren todas durante la “La Era”, la de Trujillo. En 1931, Henríquez y Carvajal fue nombrado representante de la cancillería de la RD en Haití. Según parece, este enviado escribió: “Lo que precipitó sobre nuestro país la gran masa de haitianos fue la realización parcial del postulado financiero que sirvió de base a la ocupación del territorio de RD por fuerzas navales norteamericanas. Ese postulado, no publicado, pero sí perfectamente conocido fue “tierras baratas en Santo Domingo, mano de obra barata en Haití…”.
Así pudieron establecerse grandes ingenios de caña en RD y contratarse “braceros” o “picadores” en Haití. Acosta Matos sugiere que al Trujillo leer el memorándum de Henríquez y Carvajal, decidió sacarlo de Haití y enviarlo a Francia. Tal vez esta formulación, “tan difícil de percibir a fuerza de obvia”, le abrió el apetito a Trujillo para adquirir los ingenios norteamericanos que luego pasaron al CEA.

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