Herir, un arma para “debatir” en las redes. En los años 70, la década en que nací, al acoso se le llamada cosa de muchachos y pocos le daban la importancia que debían. Todos crecimos guardándonos las emociones y jugando a demostrar que no dolía aquello que en realidad nos lastimaba.
Sobrevivir nos obligó a curtir el alma y por eso hoy, que somos mayores, es casi imposible hacernos bullying. Pese a ello, me sorprenderme la cantidad de personas que recurre al insulto, la descalificación y el desdén como método para debatir y rebatir en las redes sociales.
Con los años vemos que Twitter, sobre todo, dejó de ser un espacio para compartir ideas y se convirtió en un ring y, peor aún, un lugar en el que se quiere herir a toda costa a quienes no piensan igual.
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Si el objeto del insulto es una mujer las armas son las mismas: condenarla en función de la apariencia, el peso o edad, como si fuera un pecado no estar como la Barbie, disfrutar de la vida o haber sobrevivido más allá de los 40 en lugar de morir cuando estábamos fabulosas y esbeltas.
Los hombres suelen ser los más crueles pero tampoco faltan las mozas que olvidan que mañana serán mayores. La belleza es efímera, dura muy poco, por lo que deberían dedicarse a cultivar el cerebro. Así podrían llenar sus almas con algo más que una infinita miseria existencial.