Hernia discal, una enfermedad por sobrecarga de la columna

Hernia discal, una enfermedad por sobrecarga de la columna

El doctor José Orlando Bidó Franco, neurocirujano especializado en Brasil, habló a Salud/Hoy sobre las causas que hacen que esta patología sea cada vez más frecuente.

“Para comprender cómo se produce la hernia discal”, inicia el doctor Bidó Franco, “es necesario conocer la estructura y composición anatómica de los discos intervertebrales. Un disco intervertebral es un cojín o pequeño amortiguador que existe en toda la columna entre una vértebra y otra. Tenemos discos porque sin ellos el cuerpo no sería flexible, ni podríamos realizar movimientos de rotación, flexión, extensión o lateralización. “La columna sería un solo hueso que no nos permitiría la flexibilidad”, añade.

En cuanto a la estructura de los discos, el neurocirujano explica que están compuestos de tres partes: una capa cartilaginosa fija que está pegada a la vértebra; un anillo fibroso que tiene forma de espiral concéntrica, llamada anulo y una parte interna, gelatinosa, llamada núcleo pulposo.

“Esa parte gelatinosa tiene un gran contenido de líquido que con el paso de los años y la sobrecarga de peso se va deshidratando. Cuando la rutina diaria de las personas consiste en una vida sedentaria carente de actividades físicas y, en poco tiempo ganan mucho peso, estresan repentinamente el disco intervertebral ya deshidratado, con lo cual se desencadena el mecanismo de producción de la hernia”.

Lo primero que ocurre es degeneración del disco que consiste en la pérdida de su condición elástica por calcificación. “Al perder elasticidad, los esfuerzos que sobrepasan lo que el disco puede soportar, predisponen a su ruptura y al romperse, su contenido sale hacia los espacios adyacentes de menor resistencia con lo que se irrita la raíz de los nervios provenientes de la médula espinal”.

La herniación de un disco no se produce repentinamente. Como explica el neurocirujano, la enfermedad que se instala progresivamente: “Antes de que ocurra la salida o herniación del núcleo pulposo, se produce degeneración, la protrusión o abombamiento del disco, luego se produce la extrusión (cuando sale una parte del disco) y finalmente, cuando se desprende de su lugar de origen, un fragmento del disco se dirige hacia el canal donde están los nervios y entonces hablamos secuestro”.

[b]FACTORES DE RIESGO[/b]

Aunque la hernia discal se considera una enfermedad multifactorial, el doctor Bidó Franco afirma que el incremento extraordinario que esta enfermedad ha experimentado en las últimas décadas se debe a los cambios en los hábitos corporales del ser humano, especialmente los relativos al sedentarismo de la vida moderna y al sobrepeso.

“La vida sedentaria favorece la aparición de la hernia discal porque la presión intradiscal aumenta cuando las personas están sentadas y disminuye cuando están acostadas. Si pensamos que un sector cada vez más importante de la población esta en sobrepeso y permanece la mayor parte del tiempo sentado en la oficina, frente al computador y el televisor, en la casa y en el carro, entenderemos porque la hernia es una de las principales causa de consulta al neurocirujano”.

En tono jocoso, pero certero, el especialista dice que el ser humano a dejado de ser homo erectus para convertirse en “homo sentadus”.

De acuerdo al doctor Bidó, las personas que tienen mayores probabilidades de desarrollar la enfermedad son:

Las personas que engordan de manera repentina y cuya ganancia de peso no ha conllevado un proceso de fortalecimiento de sus articulaciones, ligamentos y músculos.

Las que aumentan mucho su volumen abdominal tienen una mayor flacidez en los músculos de esa región, lo que sumado a la sobrecarga general que su cuerpo, ejerce una gran presión sobre su columna lumbar.

Los obreros que trabajan sentados frente a las maquinarias que operan o que levantan cargas sin la debida protección también están expuestos a padecerla. Por esta razón, la hernia discal es considerada en muchos países como una enfermedad ocupacional por esfuerzo repetitivo.

El doctor Bidó señala que muchas de esas lesiones laborales pueden evitarse con una adecuada higiene postural y ocupacional, con fajas para proteger la zona abdominal y con el uso de maquinarias ergonómicamente diseñadas.

Revela que las personas altas tienen mayor chance de padecer sufrimiento discal, porque su estatura elevada les confiere mayor rango de movimiento articular. El doctor expresa: “La persona alta, al doblarse para escribir sobre una mesa, tiene que flexionarse más que una de baja estatura, con lo que aumenta la presión sobre los discos intervertebrales”.

Respecto al factor genético y al sexo, el entrevistado declara que hay familias que tienen predisposición para la hernia discal y que antiguamente la hernia discal era una enfermedad que afectaba más al hombre que a la mujer porque sus actividades le exponían a un riesgo mayor. “Actualmente”, señala, “aunque la tendencia de la enfermedad sea a afectar al sexo masculino, la incorporación de la mujer a las actividades laborales hace que su riesgo prácticamente iguale al del hombre”.

El especialista acota que durante la gestación la mujer puede tener síntomas de la llamada «ciática» o compresión del nervio ciático, los que normalmente desaparecen de manera espontánea con la interrupción del embarazo.

En cuanto a la edad de aparición, refiere que la hernia discal afecta a las personas en su periodo de mayor edad productiva, alrededor de la cuarta o quinta década de la vida.

La hernia discal es menos frecuente en deportistas, personas que tienen una actividad física constante y que se mantienen en buen estado físico con buen tono muscular.

[b]AREAS MÁS AFECTADAS[/b]

Los segmentos de la columna donde hay mayor rango de movimiento son los lugares donde los discos sufren más: la columna lumbar, entre la cuarta y quinta vértebra y entre la quinta vértebra lumbar y la primera sacral y en la columna cervical, entre la cuarta y la quinta, la quinta y la sexta y en menor grado, entre la sexta y la séptima.

En la columna dorsal o torácica las hernias discales son raras porque la parrilla costal limita el movimiento y refuerza la estabilidad, sobrecargando menos esos discos.

En la columna cervical también pueden producirse hernias discales porque los movimientos de flexión y extensión de la cabeza se hacen basados en los movimientos de los segmentos cervicales.

“Las hernias discales son más frecuentes en la columna lumbar porque todo lo que tiene que ver con flexión del cuerpo, que es algo que hacemos siempre que nos sentamos y con la extensión, que hacemos siempre que nos paramos, reside en los dos últimos segmentos lumbares (cuarta y quinta vértebras lumbares y quinta lumbar y primera sacra). Como nos sentamos y nos paramos constantemente el trabajo de esos segmentos lumbares es mucho mayor. Además, son los segmentos de la columna que soportan el peso de la mayor parte del cuerpo, que es el de la cintura hacia arriba”, señala el doctor Bidó.

Añade que: “La región lumbar corresponde a la región de la cintura donde se unen la columna con los huesos de la pelvis. En estos lugares no tenemos huesos alrededor porque el abdomen no tiene huesos, lo que tiene son músculos, por tanto el peso del cuerpo lo soporta solamente la columna ósea lumbar. Este segmento no tiene la ayuda de la parrilla costal que tiene la región dorsal, ni tampoco soporta el poco peso de la columna cervical, la cual sólo sostiene la cabeza.”

La región lumbar, por tanto es mucho más propensa a que los discos que son amortiguadores entre una vértebra y otra se sobrecarguen y por tanto sufran enfermedades.

[b]MANIFESTACIONES DE LA ENFERMEDAD[/b]

Los síntomas que se producen en la hernia discal tienen que ver con la irritación de las raíces nerviosas que inervan la membrana o anillo del disco debido a su distensión o protrusión. El primero que aparece es un dolor difuso que se riega en toda la espalda acompañado de cierta limitación para realizar movimientos de flexión. “Las personas refieren que se resienten cuando se agachan a recoger objetos del suelo o cuando aun estando sentados intentan recoger algún objeto desde el piso hacia su regazo”.

En la medida en que la protrusión discal aumenta y sale una porción mayor del núcleo pulposo hacia el canal por donde pasan los nervios, se comprimen las raíces que van hacia los miembros inferiores y aparecen síntomas por compresión.

“En esta etapa las manifestaciones dependerán de las raíces que se compriman; como lo más común es que se afecten los últimos segmentos lumbares y los primeros sacros, el cuadro clínico corresponderá a la llamada “ciática” o dolor por compresión de las raíces que conforman el nervio ciático.

La “ciática” se caracteriza por un dolor que se irradia hacia la porción inferior del glúteo, la cara posterior del muslo, la pantorrilla (batata de la pierna), tobillo y cara externa del talón.

El dolor, que puede extenderse hacia los dedos e incluso llegar a la planta del pie, siempre en dependencia de las raíces afectadas, se acompaña de acalambramiento, disminución de la sensibilidad e inclusive, al avanzar la compresión nerviosa, disminución de la fuerza.

En etapas avanzadas de la enfermedad puede producirse parálisis de los movimientos de flexión y extensión del pie y la aparición de la llamada “marcha escarbante” en la que la persona camina arrastrando la punta del pie, condición que también se denomina “pie caído”.

[b]LA CIRUGIA, ULTIMA OPCION TERAPEUTICA[/b]

La enfermedad del disco intervertebral es un proceso que no tiene vuelta atrás. De ahí que su tratamiento se encamine no a sanarlo, sino a evitar que la degeneración se convierta en hernia y que la protrusión se convierta en extrusión. A través de la disminución de los factores de riesgo, los neurocirujanos persiguen evitar que se complete el daño y el disco se rompa.

El tratamiento conservador consigue resolver entre el 70 y el 80 por ciento de todos los casos. Se indica a todo paciente que llega a la consulta médica con síntomas de dolor, pero sin manifestaciones neurológicas.

Las medidas durante la fase aguda consisten en reposo absoluto (por 10 a 21 días) y en la indicación de analgésicos antiinflamatorios y relajantes musculares; vitaminas del complejo B; medicamentos que aumentan el umbral de dolor y uso de faja con el fin de estabilizar y sostener la musculatura.

A mediado y largo plazo se prescribe disminución de peso; aumento programado y gradual de la actividad física; fortalecimiento de la musculatura vertebral y abdominal; cambios de hábitos corporales; adecuación del entorno laboral y familiar y uso de asientos ergonómicos. También fisioterapia y terapia de rehabilitación física.

Los pacientes con déficit neurológico (limitaciones en los movimientos) no deben ser sometidos a tratamiento conservador. Si al realizarles una tomografía, mielografía o resonancia magnética se demuestra la existencia de herniación, la opción terapéutica de primera línea es la intervención quirúrgica.

La cirugía también se indica en los casos en los que falla el tratamiento conservador y en aquellos en quienes los episodios recurrentes de dolor ocasionan la disminución de la calidad de vida.

El pie caído o la pérdida del control de los esfínteres urinario o anal (con salida de heces, orina o urgencia miccional) son urgencias quirúrgicas porque indican que ha ocurrido compresión grave de las raíces nerviosas de la médula.

El doctor José Orlando Bidó es enfático al afirmar que la cirugía en la hernia discal debe reservarse para aquellos casos que realmente lo ameriten.

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