Héroes de junio

Héroes de junio

El 14 de junio de 1959, hace ya 46 años, comenzaron a tocar tierras dominicanas las heroicas expediciones de Constanza, Maimón y Estero Hondo.

En ellas se manifestaba el valor, la dignidad y el amor a la libertad de un grupo de dominicanos al que se sumaron combatientes de otras nacionalidades.

Vinieron a combatir a la cruel dictadura de Rafael L. Trujillo que conculcaba en forma absoluta los derechos humanos y que con sus feroces métodos y codicia dominaba al país como una finca.

La degradación moral y la vileza de su régimen aplastaban a la República.

Afortunadamente, tanto fuera como dentro del territorio nacional había ciudadanos con alto sentido del honor, patriotismo y vocación de sacrificio.

En la gesta de Constanza salió a relucir con coraje y con ofrenda de vidas un hecho: a pesar de que Trujillo y su férrea maquinaria militar y de indignidades políticas podía reducir a muchos hombres a la condición de reptiles de su causa, había Patria.

En el proceso liberador que vivió la República para entonces, el 14 de junio es un hito señalado como el verdadero comienzo del derrumbamiento de la tiranía.

Muchos, al pasar balance, lamentan que la primera emancipación, constituida por la decapitación de la dictadura, no fuera seguida, andando el tiempo, por otras redenciones, pues las injusticias sociales, el peculado y el perjuicio de un Estado que no cumple a cabalidad sus compromisos con la educación y la salud, todavía nos señalan como un pueblo sometido en alto grado.

Esto, sin embargo, en nada disminuye el mérito de quienes ofrendaron su sangre en esa y otras oportunidades en las que el patriotismo llamaba.

Por el contrario: debemos exaltarlos más; conservarlos en la memoria histórica como los dominicanos y extranjeros muy dignos que precedieron a los de etapas posteriores de este devenir, en el que muchos han fallado o no cesan de aprovechar para sus fines particulares la libertad obtenida con heroísmo.

La crisis eléctrica

República Dominicana vive en el círculo vicioso de mala luz y «malas pagas». Desde el punto de vista de muchos usuarios, independientemente de las causas de las fallas técnicas del servicio, las distribuidoras no tienen derecho a cobrarlo como si fuera excelente, y menos aún si la facturación delata el propósito de hacer que los consumidores regulados paguen una parte de lo que otros evaden.

De alguna manera, la pervertida relación entre quienes proveen electricidad y quienes la reciben tiene que cambiar.

El presidente Leonel Fernández dijo en la noche del domingo en su excluyente espacio televisivo que «el robo de energía es un crimen contra el país», lo que impide el desarrollo de la República. Hay que admitir que es así.

Los fraudes e irregularidades en las conexiones eléctricas sobrepasan en cantidad a la mayoría de los otros países de América.

Irónicamente, el hurto generalizado obliga a muchos de los que en él participan a invertir en plantas propias, lo que eleva considerablemente sus costos, ya sea por consumo familiar o industrial.

En este marco, el presidente Fernández dijo otra gran verdad: los ricos, los poderosos, los de grandes negocios y fábricas, son los que verdaderamente practican un robo de electricidad que hace daño al país. Es decir: esos que son los que tendrían mucho que perder si al impulso de un deterioro mayor de la economía, la República Dominicana reproduce en el Caribe la ingobernabilidad de Bolivia.

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