Héroes versus traidores

Héroes versus traidores

Probablemente el rasgo que mejor diferencia un héroe de un traidor es la fe. No estamos incluyendo en este comentario a los degenerados de siempre, pues esos nunca llegan a ser traidores, ya que nunca nadie les dio oportunidad para ello. Al degenerado se los elimina desde el primer escrutinio, nadie lo considera candidato para formar parte del grupo que asumirá el reto. Los traidores son, en cambio, personas a las cuales se les convidó por entenderse que reunían las condiciones para ser miembros del proyecto.

Hay  quienes dicen: “este país se embromó, no tiene solución”. Para de inmediato justificar el hacer “negocios” para enriquecernos sin ningún reparo moral. Es una ecuación muy sencilla: No hay nada en qué ayudar al país, ayúdate tú mismo sin que los demás te importen.

Esa falacia tiene algo de traición, pero tiene más de perversidad. Porque no es exactamente por lo fallido que es el proyecto patriótico por lo cual se lo abandona, sino más bien, porque el que lo abandona nunca estuvo moralmente comprometido con el mismo.

El auténtico traidor tiene un nivel moral un tanto más alto. No es un infiltrado. Porque alguna vez él mismo creyó en el ideal y se comprometió con éste. Sería el caso, por ejemplo, de un patriota que en un momento llega a pensar que el proyecto corre peligro si se lleva a cabo en un momento en que las condiciones no son favorables, o que si se intenta realizarlo de determinada manera, se echa por tierra la posibilidad de hacerlo de una manera mejor. Esa discusión estoy seguro de que no es ajena a gentes de izquierda que se acusaron y contra acusaron de infantilismo, de precipitados, o vendidos al imperio.

La dualidad suele estar entre los que dicen tener ideal y los que dicen tener sentido de realidad o de oportunidad. Que no es lo mismo que la diferencia entre ingenuos y oportunistas, ya  que esto último se refiere a características sicológicas de los actores, mientras que lo anterior se refiere a características morales e intelectuales.

Se suele llamar traidor a cualquiera que abandona la causa, que se sale de la fila sin justificación aparente. El problema más difícil es el de establecer quién fue el verdadero traidor, pues si los traidores se salen con la suya, se ocuparán, desde el poder, de etiquetar de traidores a los otros, y de acusarlos como tales ante las cortes de la historia, las cuales pueden estar tan tendenciadas como cierta prensa y ciertos tribunales supremos de conocidos países. Luego vienen los tribunales superiores y posteriores, que harán juicios cada vez más definitivos. Puede que judas fuera considerado el héroe por unos días entre los que crucificaron a Jesús.  Pero el Espíritu de la Historia es el mismo Espíritu de Dios, el que va depurando las verdades y los héroes auténticos. El mismo que estará presente en el Juicio Final. (Esto no es necesariamente una buena noticia para corruptos ni traidores.)

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