Heroína mexicana, tendencia en EEUU pero invisible en las cifras nacionales

Heroína mexicana, tendencia en EEUU pero invisible en las cifras nacionales

México. Mientras Estados Unidos alerta de que el consumo de heroína entre sus fronteras se ha disparado, México, proveedor principal de esta droga a ese país, mantiene la incógnita acerca de sus cifras de producción, entre las luchas de poder que llevan grupos criminales por el control de los puntos estratégicos.

El pasado septiembre, días antes de que ocurriera la desaparición de los 43 normalistas en Iguala (estado de Guerrero), un informe del presidente estadounidense, Barack Obama, mostraba su “preocupación» por el cultivo de amapola -planta con la que se produce la heroína- en el país vecino, “el principal proveedor de derivados ilegales del opio a EEUU».

El mismo reporte alertaba de que las incautaciones de heroína en la frontera crecieron un 324 %, según datos de la Agencia Antidrogas estadounidense (DEA), que también precisa que el 50 % de esta droga vendida en el país es mexicana.   Hoy en día las cifras sobre la extensión de cultivos y el volumen de su producción son invisibles entre la información que proporciona el Gobierno mexicano, que solo ofrece datos, a través de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), sobre el número de hectáreas de amapola erradicadas y los kilos de goma de opio decomisados.

Según estos aportes, las hectáreas eliminadas por la Sedena ascendieron hasta llegar a las 21.425 en 2014, pero los números indican que este año la cifra será aún mayor.   Solo durante el pasado febrero se erradicaron 4.054 hectáreas, lo que supera en más del doble la media mensual de 2014, situada en 1.785,4 hectáreas.

Asimismo, la cantidad de kilos de opio requisados se incrementó de manera considerable durante el año anterior, ya que se pasó de 206 en 2013 a 1.250 kilos en 2014.   Ambos aumentos “no necesariamente quieren decir que se haya incrementado el cultivo” de amapola, sino que “la actividad ha sido mayor por parte de la Sedena” en las tareas de erradicación, afirma a Efe el coronel Ciriaco Rivas Ramos.

El aumento de consumo de heroína en Estados Unidos tampoco tiene por qué estar vinculado con uno en las plantaciones mexicanas, defiende el representante regional de México de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), Antonio Mazzitelli.

El representante explica a Efe que en el contexto estadounidense influye que “se han introducido reglas mucho más estrictas en la venta de opiáceos sintéticos que habían desplazado el consumo de heroína”, como constata el Informe 2014 de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE).

Las estadísticas sobre la plantación de amapola en México que solía recoger la UNODC en su reporte mundial anual desaparecieron a partir del 2012, cuando la nación se negó a reconocer las cifras del organismo.   Ahora, el Ejecutivo mexicano se encuentra desarrollando su propio sistema de monitoreo para obtener datos sobre cultivo y producción, con la colaboración de la UNODC.

El sistema, basado en fotos tomadas por satélite de manera repetida, “ya es operativo” y el trabajo con él está en marcha, según Mazzitelli, quien resalta que antes de tomar decisiones políticas para atajar el problema es necesario saber “cuál es el tamaño” del mismo.   Por sus condiciones climáticas, que favorecen el cultivo de la amapola, el estado de Guerrero se mantiene actualmente como el principal productor en México; la región de Tierra Caliente ha desplazado al llamado Triángulo de Oro, como se llamó a partir de 1970 a la colindancia entre Durango, Chihuahua y Sonora.

El control por la ruta que saca la producción de la montaña guerrerense rumbo a Estados Unidos es la causa que está detrás de la violencia del estado sureño, acentuada estas últimas semanas por la disputa entre los cárteles de Los Ardillos y Los Rojos del punto estratégico que es Chilapa.   La heroína mexicana tiene fama de ser potente y mortal, porque va poco mezclada; una pureza que ha registrado un “aumento considerable” recientemente, según la JIFE.

Al final de la cadena que llega hasta las calles de las 1.286 ciudades estadounidenses en las que operan los cárteles mexicanos, esa amapola, que los campesinos trabajan muchas veces bajo amenazas y extorsión, adquiere un elevado precio.

Las dosis que se mueven en el menudeo llegan a costar un 1.500 % más de lo que se pagó a los campesinos, explica a Efe Javier Oliva, profesor-investigador en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM y especialista en seguridad nacional.   “Las drogas es el mercado más liberal que hay en la economía”, el precio -y el volumen de producción- “lo fija la demanda”, establece Oliva. EFE

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