Heroísmo y grandeza del perdón

Heroísmo y grandeza del perdón

FABIO F. HERRERA CABRAL
Cuando se está oficiando la eucaristía, el sacerdote se refiere a la Iglesia como una «peregrina en la tierra», es decir, que la Iglesia, nuestra fe que es el cristianismo, es una acción dinámica, siempre hacia delante, no en quietud contemplativa. También dice el sacerdote que Jesús, cuando instituyó la eucaristía, daba «gracias y bendecía en Dios», porque para mí el cristianismo es humildad y para pedir «perdón», bondad para «perdonar» y agradecimiento para dar «gracias».

El Padre Nuestro, enseñado por Jesús a sus discípulos, tiene en sus siete peticiones, una que dice «perdona nuestras ofensas, así como también perdonamos a los que nos ofenden».

Hay que ser muy valiente para confesar que uno es pecador y mucho más aun para ser capaz «de pedir perdón». Nuestro país necesita ahora, urgentemente, seres humanos que sepan pedir perdón y capaces de perdonar.

República Dominicana, cuyo territorio tiene tantas maravillas, sería más grande si solamente una parte de su pueblo, sobre todo sus dirigentes, tuviésemos valor para pedir perdón y perdonar a la vez.

«Toda casa dividida perecerá» se nos dice en el Evangelio.

Cuando escribo estas líneas ha llegado a mi conocimiento que la Iglesia ha dispuesto que el domingo 21 de noviembre se efectúen reuniones en todas las diócesis del país con ayuna y oraciones por la paz y la unidad de nuestro país.

Esto es cristianimos misionero, en acción dinámica por medio de la oración en comunidad. Nuestro país necesita de muchas de estas reuniones. El cristianismo debe tomar las calles y también los medios electrónicos, no dejárselos al arbitrio de los político,s en su mayoría prepotentes e incompetentes por su falta de preparación académica.

En nuestro país tal parece que no se han celebrado elecciones. Que todavía estamos en plena guerra de insultos y difamaciones. Todo esto revela incompetencias, falta de capacidad para una aceptable conducción política del país.

Los de edad muy madura, como yo, debemos de recordar la situación de nuestro país en los llamados De «Concho Primo» y los de Horacio o que «entre el mar». Ya había estallado la Primea Guerra Mundial y los Estados Unidos se preparaban para participar en ella. Eso era inevitable cuando en nuestro país el gobierno de Juan Isidro Jiménez se vio sacudido por la rebelión del general Desiderio Arias, su ministro de Guerra, creándose un estado de insurgencia en el país, que los norteamericanos, preparando una vital guerra naval, no podían tolerar. De ahí vino la intervención norteamericana de 1916.

Ahora, la situación política, económica, social en nuestro país es mucho peor que en el 1916. El actual gobierno ha heredado una situación tal que le quita poder para gobernar con soltura.

Se ha visto que en el gobierno anterior no había gente que estuviese técnicamente preparada para gobernar un país, lo cual unido a la prepotencia y a las ambiciones personales convirtió la administración en un botín o en un feudo. Parece que en la actual administración no hay tampoco mucha gente para una administración pública como la requieren estos tiempos. No se gobierna con prepotencias. Un buen gobierno no se hace sentir con prepotencia causada por la inexperiencia. No se pueden tomar medidas que causen desasosiego al país. El primer deber de todo gobierno es mantener la paz y la confianza. El mejor gobierno es el que no se siente, algo así como la comodidad que proporciona un «zapato viejo».

Oremos para que todo vuelva a su lugar sin medidas truncadas. Recordemos a «Los comuneros de Castilla».

Publicaciones Relacionadas

Más leídas