Herzen como filósofo de la libertad

<p>Herzen como filósofo de la libertad</p>

POR LUIS O. BREA FRANCO
Como he señalado anteriormente, el redescubrimiento en el siglo XX de Herzen como pensador defensor radical de la libertad individual fue mérito de Isaiah Berlin.

En momentos oscuros para la humanidad, Berlin, al igual que Herzen en su tiempo, se dedicó con ahínco a defender la capacidad de autodeterminación humana a través de la proyección y explicación de la idea de la libertad en Herzen, proponiendo su visión como un nuevo ideal que permitiera construir un mundo adecuado a realizar el sueño de una vida humana libre y plena.

En sus diversos estudios sobre la obra del pensador ruso, Berlin ha resaltado la lucha de Herzen por defender desde un inflexible individualismo su profundo convencimiento de que nunca el ser humano individual pueda ser sacrificado en nombre de valores colectivos.

En el caso específico de Herzen la necesidad de defender la libertad como la posibilidad más alta y promisoria de la humanidad se la impuso el opresivo clima moral que se vivía en Rusia bajo el gobierno despótico del zar Nicolás I.

En efecto, Herzen desde sus primeros artículos periodísticos y ensayos filosóficos, trataba sobre un mismo tema: “La opresión del individuo, la humillación y degradación de los hombres por las tiranías políticas y personales, y el yugo de la costumbre social, la oscura ignorancia y el salvaje y arbitrario desgobierno que mutilaba y destruía a los seres humanos en el brutal y odioso imperio ruso”.

En sus años de formación, Herzen descubrió el pensamiento de los socialistas utópicos franceses, sobre todo, los escritos de Saint-Simón, Fourier, Leroux y George Sand; además estudió a fondo la filosofía de Hegel, que en los años cuarenta del siglo XIX, reinaba indiscutiblemente en Europa incluyendo a Rusia.

Sin embargo, Herzen se opuso a la lectura que del filósofo alemán hacían Belinski y Bakunin. Estos entendían la filosofía de Hegel como una filosofía de “reconciliación con la realidad”. A Herzen esto le pareció inaceptable desde la específica coyuntura rusa; “aceptarla –decía- era el equivalente a un suicidio moral”.

El pensador ruso elabora su propia síntesis a partir de su reflexión sobre las consideraciones del filósofo y patriota polaco, August Cieszkowski –también de formación hegeliana- en su obra “Prolegómenos a la historia”. A través de él Herzen descubre que la acción es lo fundamental, no el pensamiento. Concluye que es la acción lo que revela el contenido de una personalidad.

Para formarnos plenamente como seres humanos –sostenía- tendríamos que desembarazarnos, superar, la “inmediatez animal, instintiva”; para lograrlo –en ello coincide con Hegel- deberíamos elevarnos y descubrir la riqueza que nos abre la esfera del pensamiento; sería necesario que aprendiéramos a movernos en el mundo impersonal, universal, abstracto, del pensamiento, sólo así podríamos acceder a las infinitas posibilidades que abre la dimensión ideal, conceptual, al ejercicio humano; sólo desde esa toma de conciencia se podría situar el gran aporte que hace el idealismo al desarrollo humano.

Empero, para regresar a sí mismos se hace necesario reconciliar, en un nivel superior de comprensión, la estrecha actitud natural con la conciencia y los recursos que aporta el pensamiento.

Para garantizar la ulterior necesidad del desarrollo humano, habría que pasar a otra instancia en que se produce el reencuentro y la reconciliación del individuo natural y reflexivo; habría que pasar al ámbito de la acción. Es allí donde se produce la armonización que constituye a una auténtica personalidad humana.

El ser humano debe realizarse plenamente en la acción, en el despliegue concreto de su propia existencia. Por ello ningún ideal, ninguna promesa de liberación o de felicidad futura puede justificar el sacrificio del ejercicio concreto de la libertad individual.

Ningún valor colectivo, ninguna idea, por muy elevados que pretendieran ser, pueden justificar la postergación del ejercicio vital de la libertad del individuo, que es actividad vital y reflexiva que despliega en el aquí y ahora de la acción.

La vida de cada ser humano es única, y no puede sacrificarse para lograr valores que no se sabe cuando vendrán, o que no se llegarán a ver y a tocar.

Para el pensador moscovita, el sentido de la libertad es pro-activo, creador. La libertad no es ausencia de coacción o de limitaciones. La libertad debe constituirse como la posibilidad de construir una vida humana digna, sin coacciones de ningún tipo, según las propias aspiraciones; no obstaculizadas ni por las tradiciones de la propia cultura, ni por alguna necesidad histórica o por la necesidad de edificar un destino colectivo.

Al igual que Max Stirner, Herzen defiende la libertad individual contra todos los ídolos sanguinarios de la historia, llámense Dioses, Progreso, Nación, Justicia, Ley, Humanidad o Historia.

Herzen reivindica los derechos del cuerpo y la naturaleza en el ser humano, la rehabilitación de los derechos legítimos del corazón, el derecho a amar libremente –la defensa de este derecho contribuirá a su infelicidad personal-; reivindica “la lucha apasionada contra la tiranía de lo general”, rechaza todo intento de sacrificar la vida concreta del individuo por defender metas futuras o convenciones sociales, o establecer vínculos restrictivos justificados por supuestos derechos de una comunidad  o a la conglomerada mediocridad de las masas.

Para Herzen, el individuo, como las naciones, son seres fines a sí mismos, y es ilegítimo considerarlos como: “momentos puramente transitorios con miras a un ulterior desarrollo dialéctico”.

“Una nación –afirmaba- sería algo miserable y de poca importancia si considerara su propio ser nada más como un paso en el camino hacia algo desconocido”. “Cada estadio de la evolución de la naturaleza representa al mismo tiempo un final y una verdad relativa; es un anillo de una cadena, un anillo en sí mismo precioso y único…. La naturaleza no conoce ni superiores ni inferiores; su operar no corresponde a una simple escalera. La naturaleza es tanto la escalera como quien la sube, y cada escalón es, a la vez, instrumento, causa y finalidad”.

Herzen a pesar de haberse formado sobre Hegel rechaza el absoluto hegeliano, así como rechaza todo tipo alternativo de absoluto.  Rechaza tanto la religión de un Dios único, como la otra, que los humanos de su tiempo pretendían imponer como una nueva buena nueva, la religión del Hombre, de la Humanidad o del Progreso.

En este aspecto Herzen superó con creces las ideas vigente en su propio tiempo.

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