Los acuerdos para restaurar la reelección presidencial tienen como moneda aceptada cargos electivos y por designación, nada de programas o principios. Este ingrediente es directamente nocivo para la democracia interna de los partidos involucrados, y por vía de consecuencia para la democracia general del país. Hay la impresión de que un grupo declina en favor de su adversario en el poder, ante las pocas posibilidades que tiene de conquistar posiciones por vía del voto, encabezar un bloque opositor, o medir fuerzas como opción.

En cuanto a otro grupo, no hay novedad. Siempre ha sido reeleccionista y ha estado plegado al oficialismo desde que su líder decidió apoyar al sector ahora en el poder para cerrarle el paso a otra fuerza. Y, según parece, a sus dirigentes no les da urticaria volver a ser harina en ese costal. Como se ve, en la ecuación reeleccionista no hay negociaciones de principios entre fuerzas de distinta visión política. Hay consenso de reparto.

Lo que está a la vista es que los derechos de las bases no tienen importancia para ninguno de estos partidos. Las legítimas aspiraciones de los militantes por alcanzar cargos electivos importan un bledo, lo mismo que importa, para los fines negociados, la democracia general del país. Así, la reelección presidencial se cuece en un híbrido de extraños componentes, entre los cuales no caben los principios ni los pruritos.

Miguel Feris Iglesias

Una de las dotes que adornaron la vida de Miguel Feris Iglesias fue su preocupación por la libertad del pueblo dominicano, hasta el grado de formar parte de conspiraciones de jóvenes que integraron el Movimiento 14 de Junio después del desembarco. Por eso sufrió encierro y tortura, y el dolor por la muerte de algunos de sus compañeros. Otra faceta de sus desvelos fue su consagración a la gestión deportiva y su papel como uno de los forjadores del equipo Estrellas Orientales.
Estamos hablando de un inversionista y gestor de negocios que contribuyó notablemente a la existencia y permanencia de importantes industrias, en la capital y San Pedro de Macorís. Fue hombre con condiciones naturales de liderazgo y figura destacada como político y empresario. Un hombre que deja huellas perdurables. Paz a sus restos.