Hidrantes sin agua y gomas que revientan

Hidrantes sin agua y gomas que revientan

El país, a mediados de enero, fue sacudido por dos lamentables sucesos que envolvieron las sensibles pérdidas de vida y daños materiales de consideración por culpa del descuido ancestral de las instituciones oficiales.

Por un lado, el pasado día 11 de enero, la zona industrial de Herrera se vio envuelta en la humareda de un voraz incendio que destruyó las edificaciones y mercancías de una fábrica de plásticos y amenazó las industrias y almacenes vecinos, siendo el protagonista principal que los hidrantes cercanos, si los había, no tenían agua o estaban dañados, lo cual es un mal crónico de todos los acueductos dominicanos que más del 90% de los mismos no sirven.

Y es una pena, que con mayor rapidez que rápidamente, la CAASD anunció la instalación de hidrantes a la carrera, a sabiendas que los mismos carecerán de agua para incendios o llenar los tanqueros. Solo se le proporciona agua el día que se inaugura el acueducto, en que el presidente de turno abre la válvula para que salga un poderoso chorro que más nunca se vuelve a repetir. En poco tiempo, desaparece el agua de los hidrantes, si son instalados, aun cuando en los planos se especifica y se exige la instalación de los mismos, y más cuando los acueductos se construyen con préstamos del BID o del Banco Mundial.

Las autoridades y técnicos, responsables de los organismos que administran el agua para el consumo humano, no se ocupan de determinar si los hidrantes están operables. Si se hiciera un recorrido tan solo con los hidrantes de la zona oriental, por los de Cristo Rey, por los del Polígono Central, se constataría que ntienen agua, al menos que se tratara de una urbanización exclusiva con su propio sistema de acueducto, que todavía sus hidrantes, por tener agua, son elegidos por la CAASD y los tanqueros para abastecerse de agua y luego repartirla o venderla. Ni los prometidos recientemente están instalados.

Ojalá que la rapidez con que se anuncia que van a instalar nuevo hidrantes, se incluya una revisión de cientos de los existentes, que distribuidos por todo el casco urbano del gran Santo Domingo, no operan casi desde el mismo momento de su instalación. Esa actividad debe extenderse a INAPA y otros organismos que suministran agua a las poblaciones.

La otra causa de lamentables accidentes, y es un descuido de los usuarios y de las autoridades responsables, por carecer de un método para verificar la calidad de las gomas que se comercian en el país para instalarlas en los vehículos, que en los últimos meses, están protagonizando con frecuencia alarmante una serie de fatales accidentes vehiculares, con el balance de muertes de valiosos seres humanos, como el que afectó al apreciado y admirado general De La Cruz Martínez, que al explotarse una goma de su jeepeta, perdió el control, y con el impacto perdió la vida, pero días antes, en una las autopistas del Este, a una dama le ocurrió lo mismo perdiendo la vida con la explosión de una goma.

Parece ser que no hay una disposición técnica de verificación del estado de las gomas que llegan al país, pese a que todas tienen un control de calidad en un sello DOT en el borde de la goma que va unido al aro, indicando la fecha de fabricación, lo cual le permitiría al adquiriente darse cuenta si las gomas son seguras para desplazarse a grandes velocidades por las vías en franca mejoría de calidad y de condiciones de circulación y sin temores de explosiones lamentables.

En consecuencia, se debe establecer un control de la calidad de las gomas previniendo a los usuarios que deben revisarlas cuando las adquieran, verificando su fecha de fabricación de que no sean muy viejas, pese a tener toda su configuración de superficie aparentando ser nuevas, pero su garantía o seguridad está casi al caducar y son el primer paso a sufrir un accidente, si llegase a explotar en una rápida circulación en una de las buenas carreteras locales.

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