Hace dos domingos fuimos invitados a “Los sabios en la Z”, un programa de cuatro horas consecutivas de expertos en diferentes temas. Ese domingo se discutió precisamente el tema que lleva como título el presente artículo. En esa ocasión, profesionales versados en medio ambiente y en salud expusieron sobre el impacto que tiene en la salud la falta de higiene en el país.
La conducción por el Ing. Ramón Alburquerque, como las exposiciones del Secretario General de la Liga Municipal, Jhonny Jones, del Director de INAPA, Alberto Holguín, y demás expertos en epidemiología, medio ambiente, veterinaria y otras áreas fueron excelentes.
Sostuvimos que la población dominicana está en crecimiento exponencial, y que ésta, unida al crecimiento de la economía, hace que haya mayor demanda de recursos naturales y de energía. Esta situación tiende a deteriorar el medio ambiente y a afectar la salud de las personas, en un país desorganizado, sin control adecuado del uso de los recursos naturales.
El director de INAPA aseguró que de 56 plantas de potabilización del agua, ese organismo solo tiene 14 en funcionamiento porque las demás están descompuestas, y que la mala calidad del procesamiento del agua, más la falta de mantenimiento de los acueductos motiva que del 50 al 60% del agua que reciben se desperdicie. Dijo incluso que “la inversión en el suministro de agua potable sólo suple a la clase más pudiente de la población; que el 95% de la inversión en agua potable se hace en la parte urbana y en acueductos que brindan servicios a las partes céntricas del país, que es donde viven las personas con mejores condiciones económicas”.
El ingeniero Castillo Tió expresó que la higiene y el saneamiento básico constituyen la base para la salud y el capital humano esencial para el desarrollo del país. Destacó, además, que apenas el 47% de la población tiene acometidas intradomiciliarias con un suministro discontinuo; un 20% se abastece de otras fuentes del acueducto y el resto tiene acceso fuera de la vivienda. Esto hace que el 60% de la población recurra al agua embotellada para la ingesta. La escasez de agua por tubería y almacenarla en tanques, incrementa los criaderos de mosquitos, vectores del dengue y chikungunya.
Estimó que la infraestructura de alcantarillado sanitario ofrece servicio al 23% de la población; un 70% usan letrinas y en prácticas de fecalismo 7% y que el 23% tiene inodoros y letrinas compartidas. Se refirió, igualmente, a que los filtrantes de séptico impactan directamente las aguas subterráneas, lo que explica que el 80% de los pozos para agua potable estén contaminados con bacilos coliformes fecales y contaminen las aguas pluviales.
Se dijo que hay registrados 370 vertederos de basura a cielo abierto donde se crían todos los vectores; que la producción de lixiviado contamina los suelos y aguas subterráneas. Y que toda esta problemática, aunada a otras, arroja riesgos para la salud.
Hablamos sobre la falta de protección de los recogedores de basura ya que no poseen equipos como batas, gafas, mascarillas, zapatos y guantes, entre otros, y la no disponibilidad ni obligatoriedad de vacunarlos contra tétanos, hepatitis A y B y otras. Nos referimos a que la ausencia de investigaciones, en estos casos, hace que se desconozcan las enfermedades laborales que pueden padecer estas personas. Entre otras, destacamos las diarreas, conjuntivitis, hemorragia buco nasal por la emanación de gases de nitrógeno, dificultad respiratoria, o la determinación del número de muertes por estos empleos en relación a la población general.
Se acordó requerir un pacto nacional por el agua y el saneamiento, en la necesidad de aumentar el presupuesto destinado a tal fin y optimizar los sistemas existentes y en la reorientación de las inversiones del abastecimiento de agua potable, alcantarillado sanitario, pluvial y en rellenos sanitarios.