Higüeyanos a la vanguardia

Higüeyanos a la vanguardia

La provincia La Altagracia, muy heterogénea y dinámica demográficamente, se ha situado en la delantera hacia la meta salvadora de alcanzar un nivel de vacunación que libraría a esa comunidad del constriñente toque de queda y aproximaría a la nación a los efectos de una inmunidad de rebaño.

La renuencia que los prejuicios y la insensata adhesión a criterios sin fundamentos contra las inoculaciones, cayó tempranamente en una admirable declinación en la población higüeyana, sus muchos residentes procedentes de otros lugares del país y viajeros que llegan del exterior. La luz al final del túnel en el polo oriental de mucho turismo, ganadería y algunos renglones agrícolas, brilla con intensidad.

Visto el riesgo generalizado y comprometedor para la vida, Higüey está demostrando que ante un peligro común sigue siendo posible poner de acuerdo a muchos dominicanos asumiendo comportamientos regionales positivos.

La administración de dosis en República Dominicana está porcentualmente entre las cotas más elevadas del mundo. La desescalada, aun vista como riesgosa en algunos círculos desconfiados pero bien intencionados, ha ido acompañada hasta ahora por disminuciones de hospitalizaciones, positividad y letalidad.

Con otras provincias que registran satisfactorio avance proporcional de vacunados con segunda dosis, el país tiene motivos razonables para el optimismo… sin bajar la guardia.

Mentes bajo el efecto climático

Según conclusiones de especialistas dominicanos, las temperaturas extremas y la polución derivadas del clima por daños a la naturaleza, están afectando la salud mental más de lo que uno podía imaginar. Más casos de depresión y tendencia al suicidio estarían conectados a los cambios ambientales que inflige la acción desproporcionada de muchos humanos para su propio pesar.

Aceptado el criterio, no sería descabellado atribuir a la influencia del deterioro ecológico sobre muchas mentes la gran aceptación que reciben la música y el canto de pésima calidad antes aborrecidos. Que el chisme radial y de redes alcancen tal preponderancia en el gusto popular, que convierten en millonario a cualquier difusor de tonterías y que los rostros mal afeitados, las cabelleras revueltas y las ropas raídas, parezcan coincidir con la decadencia del planeta.

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