Judith Redondo Quezada, hija de la dominicana Ana Julia Quezada, quien es procesada en la justicia española por la muerte del niño Gabriel Cruz, reveló hoy que se sintió utilizada por su progenitora en el momento en que acudió a ir a la finca de Rodalquilar, donde ocultó el infante.
«Efectivamente, en ese caso después encima de todo lo que pasó pues sí», respondió Redondo a la pregunta realizada por la fiscal Elena Fernández, a quien les realizó las declaraciones en calidad de testigo en la sesión del juicio contra su madre.
«Cuando fue allí nunca me sentí utilizada, porque yo fui de corazón, y fue a hacer una cosa que me salió del corazón porque soy así, y me salió; pero nunca en mi vida que eso iba a ser usado, o para usarme a mí o para manipularme», expresó.
En sus declaraciones mediante video conferencia, Judith se refirió a la llamada que le hizo su madre para comentarle la desaparición del niño, y de esta manera unirse a las labores de búsqueda, como efectivamente lo hizo.
La joven, quien insistió en que no notó nada extraño en su madre, aseguró que no quiere saber nada de ella, con quien según se informó mantenía una relación distante y no conocía a Gabriel.
En su declaración durante la segunda jornada del juicio que tiene lugar en Almería (sureste), Quezada recalcó entre lágrimas su versión de que el niño estaba jugando con un hacha y, al decirle que tuviera cuidado, él le dijo que era “fea”, no era su madre y que se volviera a su país.
“Simplemente le tapé la boca, no quería hacerle daño al niño, quería que se callara”, declaró Quezada, de 45 años, sobre el suceso ocurrido el 27 de febrero de 2018, y que causó una conmoción nacional en España.
El pequeño Gabriel fue buscado durante doce días de su casa de Níjar, una zona rural de la provincia de Almería. Tras una búsqueda que implicó a miles de persona, la acusada fue detenida con el cadáver del niño en el maletero de su automóvil, después de que lo hubiera desenterrado para cambiarlo de lugar.
Tras ser detenida, confesó ser la autora de la muerte, aunque aseguró que no quiso hacerlo, y en su declaración de hoy mantuvo esa versión. La acusada afirmó ante el tribunal que utilizó las dos manos para asfixiar al niño, aunque no recuerda si ejerció una fuerza “desproporcionada” para callarle, ya que “fueron momentos muy rápidos, estaba muy nerviosa».
“Le tapé la boca y la nariz con la mano, de lo demás no me acuerdo, cuando lo dejé ya no respiraba”, añadió. Explicó que después tuvo “mucho miedo”, se quedó “paralizada” y “no sabía que hacer”, porque “nunca he tenido intención de hacerle daño a Gabriel”, por lo que insistió en que se ve “inocente».
En cambio, la acusación aseguró el lunes, durante la primera sesión del juicio, que los exámenes forenses apuntan a que la acusada primero golpeó repetidamente al menor y luego lo asfixió al ver que todavía respiraba.
Quezada, que se encuentra encarcelada de forma preventiva desde su detención, afronta la posibilidad de ser condenada a la pena de prisión permanente revisable, la máxima condena que contempla la ley española, prevista para asesinatos especialmente graves.
Un jurado de siete mujeres y dos hombres será el que dirima si cometió un asesinato o un homicidio accidental.
Ana Julia Quezada llegó a España en 1995 y se instaló en Burgos, al norte de España, junto a una hija. Posteriormente se casó y tuvo otra niña. La mayor de ellas falleció en 1996 al caer desde una ventana de una vivienda de Burgos, a un patio interior, un caso que se cerró como una muerte accidental. Años más tarde se mudó al sur donde conoció al padre de Gabriel.