Hijos consentidos: adultos irresponsables

Hijos consentidos: adultos irresponsables

Bien aprendida la frase “a nadie se le prepara para ser padre”. Lo que sabemos, es el resultado de lo vivido y lo aprendido con nuestros padres, lo observado en otras familias y lo que hemos escuchado sobre qué hacen los padres con sus hijos.

Sin embargo, algo ha pasado en el aprendizaje y la conducta que deben asumir los padres de ahora y los padres de tres décadas atrás.

Los padres de antes tenían necesariamente que decir NO a los hijos, sencillamente porque tenían más carencias materiales que los de ahora; pero también, eran padres más definidos con la disciplina, el castigo, las restricciones, los controles y la firmeza de decir NO, y, de esa manera los límites estaban más claros que el agua.

Las jerarquías, los roles, la autoridad, estaban más reconocidas, no importaba si el padre era presencial, semi-presencial o ausente. La figura de la madre y el padre, los abuelos y los tíos, padrinos y madrinas, junto con los profesores y profesoras eran valorados y reconocidos como modelos de referencia para vigilar, fiscalizar y normatizar las conductas transgresoras de los hijos.

Los padres de antes no tenían miedo en decir no se puede, a eso no me comprometo, no doy mi palabra cuando de mentira se habla.

Era imposible un padre comprar una nota a un hijo, inaceptable guardar en la casa algo cuya procedencia se desconocía, dar dinero para guardar las apariencias o “echar vainas a los amigos”.

Pero tampoco, los padres compraban la aceptación de los hijos con regalos, dinero, viajes, vacaciones, carros, etc.

Literalmente, eran padres sin miedos, sin inseguridad, sin temor y sin culpa. Podrían ser más autoritarios, más secos, y menos afectivos que ahora, pero eran más consistentes con las obligaciones, con las normas y los valores.

Evidentemente, los roles han cambiado. Los padres de la postmodernidad pasan menos tiempo con sus hijos, por aquello de que hay que trabajar más, para darles, y en la medida en la que doy menos tiempo, más siento la angustia de facilitar más cosas para calmar la angustia como padres de menos controles y menos orden para que los hijos sientan que de verdad se les quiere, más, la ambivalencia de decir NO, mantener un castigo, asumir una regla, defender unos valores y aportar a una identidad familiar.

Lo que más se observa hoy en día, en cientos de familias y decenas de padres son los hijos consentidos: aquellos a los que se les sobreprotege, se les da de todo sin límites, a nada se les dice que no, se les quitan los castigos, y les sobre estimulan por las cosas que dan placer; pero también, se les evitan los llantos, los enojos, y se les fabrican unos espacios de que la vida es una cosa rosada, feliz y dulce que los padres están para seguir previendo.

Esos hijos consentidos, apenas pasan la adolescencia y adultez temprana para dar indicadores de adultez irresponsable, poco tolerante, nada disciplinado, emocionalmente inmaduro, sin resiliencia social, sin crítica y sin habilidades para la vida.

Sencillamente individualistas, poco comprometidos con sus propios padres, con su sociedad y su familia. Más bien, son adultos egoístas, narcisistas, de visión, mediática y de poca tolerancia a las frustraciones.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas