Hijos honran a sus madres en su última morada

Hijos honran a sus madres en su última morada

Cientos de personas visitan los cmenetrios de la Maximo Gomez y Manoguayabo, en conmemoriacion del dia de la Madre. Foto: Elieser Tapia

Con la voz quebrada, y desbordados en lágrimas, jóvenes y ancianos narraban lo que significaban sus progenitoras en sus familias y lo mucho que las extrañaban.

El día de las madres tuvo en los cementerios una afluencia de personas que con respeto y cariño acudieron ayer a rendirle una especie de reconocimiento simbólico a la autora de sus días, ante sus tumbas.

Sin importar el nivel de clase social de los visitantes, desde el simple nicho hasta el suntuoso panteón, el denominador común era el sentimiento de conformidad envuelto en tristeza.

Las flores y los velones como adorno, en un silencio interminable, marcaban el panorama del Cementerio de la Máximo Gómez y el Cementerio de Manoguayabo, mientras con resignación algunos familiares compartieron con HOY lo mucho que extrañan a sus madres.

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Indiana Ramírez, con sus gafas oscuras, se desborda en llanto mientras cuenta que hace 55 años visita a cada momento la tumba de su madre, Carmen Brito. “Nunca la hemos olvidado. Madre solo hay una. Espero que ustedes también la cuiden si la tienen viva”, dice mientras comparte anécdotas de su madre.
Con su ramo de flores pegado al pecho y abriéndose paso entre las tumbas estaba Claudio Caamaño Vélez. El recuerdo de su madre Fabiola Velez de Caamaño lo tiene cautivo. Le enseñó muchos valores y lo guio por buenos caminos. “Esa tristeza que uno siente, es el amor que la madre le dio a uno”, expresó al colocar flores con cuidado.

Otros, como Gabriel de León, hacía labores de limpieza al lugar de sepultura de ejemplar madre a ritmo de “Amor Eterno” de la artista Rocío Dúrcal.

“Ella se portó como una buena madre”, comentó.

Milagros Ortiz Bosch, acudió temprano a llevarle flores y luces a la tumba familiar donde también está su madre, Ángela Bosch de Ortíz.

“Es una tradición muy hermosa. Venimos a agradecerle por como nos criaron a todos”, explicó.
La entrada al cementerio de la Máximo Gómez estaba copada de vehículos, a tal punto, que la Digesett tenía un operativo montado.

En el interior la Policía Nacional y Municipal patrullaban para evitar que delincuentes asalten a los visitantes. Fue notoria la presencia de decenas de jóvenes y niños con detergentes, galones de agua y escobillones ofreciendo servicios de limpieza a las tumbas.

En el desvencijado y maltrecho Cementerio de Manoguayabo, desde las 7:30 am., muchos fueron a “saludar” sus madres.

Algunos, como Luisito, bañado en lágrimas buscaba asimilar que perdió hace 4 años a Juana Emilia.

Otros, como Manuela Morel, deshojaron rosas y las pusieron en el piso, mientras observaban mudos el torcido sepulcro con los restos de su mamá.

El Cementerio Nacional de la Máximo Gómez estuvo muy concurrido. Elieser Tapia.

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