Con palabras de “madre ejemplar, compañera inigualable, humana, sencilla, solidaria, abnegada, servicial, generosa y de alma noble” fue despedida la ex primera dama de la República, Rosa Gómez de Mejía, en el Cementerio Jardín Memorial, en Santo Domingo Norte (SDN) por parte de sus hijos y el obispo emérito José Dolores Grullón.
Previo a la misa de cuerpo presente concelebrada por los obispos José Dolores Grullón, de San Juan de la Maguana, Jesús Castro Marte, de Higüey, y el metropolitano de Santo Domingo, Francisco Ozoria, el presidente Luis Abinader encabezó una guardia de honor ante el ataúd por aproximadamente siete minutos.
El mandatario estuvo acompañado por la primera dama Raquel Arbaje, la vicepresidenta Raquel Peña y el ministro Administrativo de la Presidencia, José Ignacio Paliza.
Lisa y Ramón Hipólito, hijos de Rosa, expresaron que quisieran recordar todos los momentos de alegría que vivieron, pero no saben cómo afrontarán el dolor que les embarga.
“Pensar que ya no hablaremos, que no visitarán la oficina, que no estarás en tu casa, que no te volveremos a ver, sentir tus caricias amorosas, celebro tu vida y el tiempo que tuvimos contigo”, expresó entre lágrimas la hija menor del matrimonio Mejía-Gómez.
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Recordó los últimos 10 días de vida de su madre, y en el que quería pasar su cumpleaños visitando la Virgen de La Altagracia en la Basílica de Higüey, “pero al parecer el Padre te necesitaba en el Cielo”.
Evocó la inmensa admiración de su madre por su padre, Hipólito Mejía, de quien siempre comentaba, era un hombre pleno, a quien amaba con todo su corazón, “y sé que él a ti también”.
Como legado, dijo, queda el testimonio de la fe de su madre, siempre apegada a Dios, sus oraciones diarias, su responsabilidad, ya que fue ejemplo para todos y cada uno de sus hijos.
“Me quedo con el amor que siempre nos diste, a tus hijos y nietos, espero en Dios me dé la fortaleza necesaria para aprender a vivir sin ti, te amo mami”, concluyó.
Honran su legado
De su lado, Ramón Hipólito, el hijo mayor, agradeció al presidente Abinader por las honras fúnebres, así como a la primera dama Raquel Arbaje, a la vicepresidenta, Raquel Peña, a Eduardo Estrella, además de todas las personas que acompañaron la familia en los momentos más difíciles.
Dio que nunca se imaginó lo tanto que la población dominicana admiraba a su madre, lo que fue demostrado con la gran cantidad de personas que asistieron a los actos, lo que produjo contratiempos.
“Pero lo importante de todo era que tenía la magia de saber sentir a cada ser humano un ser especial, por eso decía a Mercedes, la servidora, que su comida era exquisita, su hija morena, de quien la familia estará eternamente agradecida”.
Sostuvo que doña Rosa fue amiga de todos sus familiares, el ente que aglutinaba a los Gómez y a los Arias por igual, ya que tenía una química increíble para tratar con todos.
“Papá, no te dejaremos solo, pero conociendo tu madera y tu estirpe, tú tampoco no nos dejarás solos a nosotros”, finalizó Ramón Hipólito durante sus palabras antes del sepelio que luego se produjo en la intimidad familiar.