Sensación de soledad. ¿Cómo le va a un niño que no tiene hermanos ni amigos con quienes jugar durante el encierro? Esto es lo que dicen los expertos sobre este aislamiento. Padres comparten sus vivencias en este último año donde todas las actividades se han visto alteradas
La pandemia del coronavirus ha alterado la vida de la gente de muchas formas, y el permanecer tanto tiempo en encierro puede ser más duro para unos que para otros, como es el caso de los niños que son hijos únicos.
Así los testifican padres de hijos únicos que han vivido en carne propia los efectos psicológicos en sus hijos debido al encierro de más de un año.
Luisa Suárez, madre de FA (siglas para protege su intimidad), un niño de cinco años, cuenta que cuando suspendieron las clases y los lugares de esparcimiento, sintió mucha pena por su hijo, pues ya no tendría niños de su edad con quien jugar.
“Lo primero que hice fue comprar un parchís para entretenerlo por las tardes. Vivimos en un residencial donde se puede caminar sin problemas, y todas las tardes hacíamos unas caminatas, jugábamos con la pelota y echábamos carreras.
He hecho lo que puedo, pero por más ganas que le ponga al juego no es igual que jugar con un niño de tu edad y FA me lo hacía saber”, explica Suárez.
Un caso similar ha vivido la familia de CT, niño de 11 años, que al verse solo y encerrado no ha parado de recordarles a sus padres que siempre le ha pedido un hermano o una hermana.
“Mi hijo se pasa la mayor parte del tiempo hablado por vídeo llamadas con sus amigos y siempre me pregunta cuándo va a pasar esto. Realmente, tiene mucha necesidad de hacer vida social”, dice su padre Víctor Tavárez.
Y es que, solo no ven a sus amiguitos y compañeros en la escuela, sino que tampoco tienen tardes de juego en compañía de otros pequeños. La forma en la que cada niño lidia con esta soledad, depende mucho de su propia personalidad.
Sobre el tema profesionales de la psicología aseguran que el sufrimiento de los niños no se da solo por no tener un hermano.
“Para los hijos únicos no es un problema por no tener un par. Sufren el encierro por el encierro mismo, no por no tener hermanos, plantea el psicólogo Luciano Lutereau, autor de “Más crianza, menos terapia”.
La presencia de hermanos no es garantía de nada porque un hermano puede ser un compañero de juego, o necesariamente alguien con quien jugar.
Asegura el hermano se acopla al juego; el amigo, se elige para jugar. Y además el amigo tiene un carácter exterior, “la relación fraterna y de amistad no son iguales”, sostiene el especialista.
Si bien es cierto que la demanda del hijo único se intensificó bastante, Lutereau sostiene que hay algo positivo: “Con esta situación muchos padres se volvieron compañeros de juegos, empezaron a jugar más como amigos.
Un chico que no tiene hermanos siempre encuentra alguien con quien jugar. Hay que terminar con el mito de que el hijo único es un niño solo”.
Leyshy Cabrera, psicóloga clínica, especialista en clínica infanto juvenil e inclusión educativa, coincide con el autor y asegura que todas las personas sufren a su medida las restricciones del confinamiento, el ser hijos únicos no incrementa su sufrimiento, hay niños u adolescentes que tienen hermanos y aun así extrañan a sus amigos, o que no comparten las mismas experiencias ni reciben la misma gratificación de parte de sus hermanos.
“Una particularidad de los hijos únicos es que ellos han adquirido herramientas que le permiten lidiar con la soledad de manera positiva, suelen no depender de otro para disfrutar de un juego y a su vez tienen mayores habilidades para recrearse a partir de los recursos materiales o humanos que tienen a su disposición”, explica.
La terapeuta asegura al ser hijo único y no tener a su alcance la posibilidad de interactuar con pares, es necesario que el adulto se tome un espacio de su tiempo para compartir, jugar y recrearse, y se debe a que todos los seres humanos necesitamos del contacto social y en el caso de los niños, son invaluables los beneficios de la interacción.
¿Por qué los niños necesitan amiguitos y socializar? Explica la psicóloga Cabrera que no solo los niños necesitan socializar. “Todos los seres humanos requerimos del contacto, sin embargo, en estas edades la socialización es necesaria para el desarrollo, un precursor de esta teoría es el psicólogo Albert Bandura, reconocido por sus grandes aportes a las ciencias e introdujo la teoría del aprendizaje social, en ella explica que los niños requieren de otros niños y de adultos para configurar el aprendizaje y la personalidad. También está Vygotsky quien, previamente, habló de la importancia del juego y los referentes (adultos o niños con mayores habilidades) para el desarrollo.
Los padres no pueden sustituir un amigo. A pesar de que muchos padres se declaren los “mejores amigos” de sus hijos, esto no es posible, según aclara la especialista.
“Esta creencia podría entorpecer el desarrollo de su hijo o incluso terminar en una relación poco saludable entre ellos, si existe algo claro es que los padres y los hijos no pueden ser amigos y se debe fundamentalmente, a que no es posible que exista una condición de igualdad entre los mismos, por lo tanto, no cuentan con el perfil adecuado para suplir a un amigo.
Agrega que existen muchos casos en que los padres tienen la falsa creencia que ser amigos de sus hijos los hacen “buenos padres” y la verdad es que al pretender que su hijo le vea como igual simplemente genera una distorsión en la dinámica que puede traer consecuencias desfavorables para su desarrollo y para la dinámica familiar.