Hacia el logro de un justo equilibrio ninguna reestructuración modificadora de la presión impositiva debe imprimir severidad recaudatoria sobre idóneos generadores de bienes, servicios y divisas que insuflan crecimiento a la economía ni sobre consumidores de ingresos insuficientes para vivir. Además, iniciativas para el Estado captar más necesitarían la contrapartida de medidas que moderen y disciplinen gastos e inversiones estatales. Además se impone para futuros apogeos electorales colocar impedimentos institucionales a la inclinación a levantar muchas obras expreso para captar electores y conquistar a mucha gente con «asistencia social» superba sin estimularla a hacerse productiva.
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Las violaciones al Código Tributario, además de acciones penales y disuasorias, reclaman eficiencia en la aplicación de tributos todavía de obstruyente complejidad en algunos renglones. Cuidado con ignorar que la baja presión fiscal y la ausencia de restricciones de otras índoles a los fines de lucro, procurados muchas veces con honradez por entidades y personas, hacen las veces de motor para sectores de la economía dominicana que, con todo, proyecta un clima favorable a las inversiones que trasciende fronteras. Tiene aumentada la inversión extranjera directa que concede un crecimiento espectacular al turismo y a las zonas francas, intensas creando empleos. Por cierto: es de orden reducir con racionalidad las exenciones teniendo como límite no resultarles mortales a las gallinas que ponen huevos de oro.