Hillary, a pico de botella

Hillary, a pico de botella

PEDRO GIL ITURBIDES
La simpática fotografía publicada por este diario llamó la atención de muchos lectores. El ingeniero Eduardo Sagredo me dijo que los hermanos León Asensio debían utilizar la vista para promover su popular cerveza. Otro ingeniero amigo, Miguel Medina, me aseguró que si la Cervecería Nacional Dominicana aprovecha las inopinadas posturas de Hillary Clinton, impactará aún más el mercado estadounidense. Ante éstos y otros comentarios, me fui por los cerros de Úbeda. Porque ambos, como otros amigos a quienes no menciono por no obtener permiso para ello, tienen razón.

Pero la célebre Senadora por el Estado de Nueva York ha trazado un camino a los productores dominicanos al beber, a pico de botella, la cerveza Presidente. Sin quererlo, porque tengo plena seguridad de que no era éste su propósito, ha mostrado que tenemos posibilidades, pero nos faltan coraje y decisión. Y no hablo únicamente de esta marca, y de ése producto. Aludo al potencial con que nos enriqueció el Señor, y que, o destruimos, o subutilizamos.

El Presidente Joaquín Balaguer acostumbraba tomar jugo de jagua en horas de la noche. Ingería también limonadas, pero no se perdía la jagua. Como en mi familia materna era costumbre consumir dicho refresco, le hice el comentario una noche en que compartíamos un vaso de la bebida que le habían llevado. “Mantiene estable la presión arterial, me dijo, y hay quienes aseguran que la reduce a los hipertensos”. Como todos sabemos, salvo su glaucoma en la vista y una flebitis que lo afectó en las piernas al llegar a la senectud, Balaguer no sufría de nada. De manera que su refresco de jagua era una prevención.

Balaguer sin embargo no hizo investigaciones. ¿De dónde, pues, recibió esta información? Legado de sus ancestros, de los de él y de los nuestros. Porque ese comentario que me hiciese aquella noche perdida en el tiempo, se halla registrado en la memoria de nuestros desaparecidos abuelos. Como aquella otra de que la bija hervida en leche, elimina los hematomas, o, como aseguran todavía en muchos campos, “desbarata los golpes”.

El fenecido mandatario dejó de tomar su refresco de jagua al remontar sus ochenta años. Al observar que no se lo preparaban, también me permití hacerle el comentario. “Me está dando agruras. He preferido dejar de beberla”, dijo. Pero he descubierto que, con unas gotas de zumo de limón agrio, no produce esta reacción estomacal.

¿Cuántos otros bienes entregados por nuestra variada Naturaleza pueden producir en un rostro bello como el de Hillary Rodman esa muestra de delectación que nos ofreció, a pico de botella? Muchos, sin duda. Pero carecemos de coraje e iniciativa. Tanto que la vieja parcha crecía por doquier, silvestre por lo general, en las empalizadas de patios. Tuvieron los brasileños que promoverla como maracuyá, la fruta de la pasión, para que le cambiásemos el nombre de parcha a chinola, y pasara de fruta de tercera categoría, a fruta de ochenta pesos la docena.

Busquemos pues, en el rostro de Hillary a pico de botella, lo que nos falta para triunfar en los mercados del exterior.

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