Hillary Clinton

<p>Hillary Clinton</p>

UBI RIVAS
El 20 de enero último, la senadora (PD-NY) Hillary Rodhan Clinton, esposa del ex-presidente Bill Clinton, difundió un video a toda la nación norteamericana, en el que anunció su intención de aspirar a ser postulada por su partido a las elecciones presidenciales de noviembre 7 de 2008.

En el momento en que la prestante ex-primera dama norteamericana enteró a sus conciudadanos de sus aspiraciones, es la preferida conforme a los sondeos de opinión, y a “boca de jarro”, de ahí a ahí, de sus conciudadanos para el principal puesto político de su país, por encima del senador negro Barak Obama y el gobernador de Nuevo México, Bill Richardson.

Es la primera vez en la historia de Estados Unidos que se registran tres hechos únicos en una dama, un negro y un hispano aspirar a la primera magistratura del Estado.

Hillary Rodhan Clinton tiene en su haber una serie de referencias altamente positivas, que podrían catapultarla a la Presidencia de Estados Unidos, comenzando por su notable soltura discursiva, su connotada capacidad de jurista, su arduo trabajo político especialmente con los hispanos, en un Estado como el de Nueva York donde residen más de tres millones, entre cubanos, boricuas, dominicanos, salvadoreños, nicaragüenses, hondureños y colombianos.

En realidad, practicando una somera auditoría a la administración del presidente George Bush jr. no amerita el irrumpimiento de una dama de la categoría de Hillary Rodhan Clinton, sino una de mucho menor reputación que la atesorada por la ex-primera dama norteamericana, que ahora intenta retornar a la Casa Blanca, origen de grandes pruebas para ella que sorteó con laudable templanza, como la máxima autoridad de los Estados Unidos.

El desastre y el desgaste de la administración Bush jr. especialmente en lo concerniente a la política internacional, el fracaso innegable de la aventura guerrerista de Iraq, la sorda guerra sin solución de continuidad, como la de Iraq, en Afganistán, el boicot a la Hoja de Ruta, cosecha de Bush jr. por él mismo para frizar el proceso de paz en Palestina, obligan al elector norteamamericano a concederle unas vacaciones de por lo menos un cuatrenio al Partido Republicano.

Cuatro mil viudas y madres que perdieron sus hijos en la aventura criminal de Iraq, cuyos alegatos de armas de destrucción masiva en manos del ahorcado presidente Saddan Hussein y sus vinculaciones con Osama Bin Laden nunca pudieron probarse, pese a los intentos y recursos dilapidados para demostrarlo, van a repercutir de una manera demoledora para sacar del poder al Partido Republicano en las aludidas elecciones del 7 de noviembre de 2008.

No hay candidato republicano que pueda convencer al elector norteamericano de que podrá resarcir el trauma que ha padecido la sociedad norteamericana desde marzo 3 en que Bush jr. a contrapelo de las Naciones Unidas, del Partido Demócrata y de la comunidad internacional, usó la prerrogativa de Supremo Comandante en Jefe para disponer la agresión al país cuna de la cultura universal, destruirlo, eliminar a más de 700 mil iraquíes de ambos sexos y todas las edades, para nada.

Iraq, como Afganistán y Palestina, son dos pantanos, dos enormes atolladeros de los cuales Bush jr. es el único y gran culpable de sus tragedias inexcusables e imperdonables para los norteamericanos, iraquíes, afganos, palestinos, la comunidad internacional y la referencia solemne del juicio de la posteridad.

Es la coyuntura que como garrocha usará Hillary Rodhan Clinton para pulverizar al Partido Republicano, auxiliada por el acicate de Sindy Shehan, activista de los derechos humanos que perdió a su hijo en Iraq, arrimando al poder femenino a la causa política de Hillary Rodhan Clinton.

El déficit presupuestario del año pasado que trepó a US$339,200 millones completa el escenario asaz bonancible a las aspiraciones de Hillary.

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