La secretaria de Estado de los Estados Unidos (canciller), Hillary Rodhan  Clinton, envuelve un regalo a las PYME de US$5 millones, con la exigencia de que el Gobierno dominicano respete los derechos de los dos millones de haitianos indocumentados que residen en nuestro país.

Fue la ocasión de oro en  que larespetable señora Clinton debió aprovechar para ofrecernos a los dominicanos que su país asimilaría la mitad de los haitianos ilegales residentes en nuestro territorio, y expresar a la vez un mea culpa por la forma desconsiderada mediante la cual sus paisanos y gobiernos tratan a los latinos y negros, con residencia legal o sin ella, y lo peor, a sus nacionales por el Ku Kluk Klan y en Tea Party. Son 50 millones los latinoamericanos residentes en Estados Unidos y unos 30  millones de indocumentados que son maltratados por leyes estatales de Arizona y Alabama, cuando esa es una providencia federal exclusiva.

De esos 50 millones de latinoamericanos residentes en los Estados Unidos, unos 16 millones son mexicanos, residentes en los Estados de California, Nuevo México, Texas, Oklahoma y Arizona, que eran territorios pertenecientes a México y que Estados Unidos cercenó en la guerra de 1845, aduciendo que México era insolvente para cubrir compromisos económicos con Washington.

El unilateralismo imperante en Washington como política de un rasero planetario realmente no es la forma más elegante y exitosa de consensuar con los países con los cuales el imperio sostiene relaciones diplomáticas, como socios que en el decir inolvidable del presidente Teodoro Roosevelt, eso es exactamente todo cuanto su país puede ofrecer a los otros, nunca amistad, que en diplomacia no hay amistad, sino intereses.

No hay autoridad moral cuando se exige a otros cuanto quien exige es incapaz de practicar.  Palabras han habido, señora Clinton. Y las habrá.