POR YLONKA NACIDIT-PERDOMO
Hilma Contreras, la enigmática y silenciosa escritora dominicana nacida en San Francisco de Macorís en 1910, que pasó su niñez y adolescencia en París, regresando en 1933 a su tierra natal, fue consagrada como la primera mujer en ganar, en el 2002, el Premio Nacional de Literatura que otorga la Fundación Corripio, falleció el año pasado a la edad de 95 años, pero nos dejó en su legado literario un diario íntimo de su amistad amorosa con el intelectual español madrileño Segundo Serrano Poncela.
El diario íntimo de Hilma Contreras abarca una década (de 1941 a 1951) y nos revela la historia de un amor que sólo un alma como la de ella pudo vivir cautivamente, hasta llenarlo de un halo de sublimidad.
Segundo Serrano Poncela (Madrid 1912-Caracas 1976), único personaje central de este revelador texto inédito, arribó a Ciudad Trujillo en septiembre de 1939.
Pertenecía a la colectividad republicana que llegó entre 1936 y 1941 al país por motivo de la Guerra Civil española. Dirigente de las Juventudes Socialistas Unificadas, al momento de la victoria del Frente Popular se desempeñaba como redactor del diario socialista Claridad. Cuando se conforma la Junta de Defensa de Madrid, después de la huída del gobierno rojo de la capital de España, es nombrado Delegado de Orden Público, por Santiago Carrillo (Consejero de Orden Público, y ex Secretario General del Partido Comunista Español).
Contreras y Serrano Poncela se conocen en 1941 en la Universidad de Santo Domingo. Ella cursaba estudios de Filosofía, y Serrano Poncela era catedrático de Literatura Española en la Facultad de Filosofía y Letras.
En la ciudad de Santiago, Serrano Poncela fue profesor de la Escuela Normal y redactor en jefe del diario La Información. Es precisamente en la imprenta de este diario donde publica una serie de textos denominada Cuadernos a Galatea, cuyo título es una franca alusión al nombre ficticio que la autora francomacorisana utiliza en su diario y en las cartas que intercambiaban. Galatea es recreada, una vez más, por Contreras en su colección antológica de cuentos Entre dos silencios (1987), en cuyo libro da este nombre a unos de los relatos en el cual describe su decisión de ir ausente y en soledad por la vida, al renunciar al amor de Segundo, en la última cita que tuvieron en Santo Domingo.
En el transcurso de esta amistad amorosa, Hilma se dedica a transcribir a máquina los primeros manuscritos de la obra narrativa de Serrano Poncela, sobre los cuales le ofrecía, además, su parecer. Mecanografió los textos de Serrano Poncela Años de incertidumbre2 y Hombre entre fantasmas2, que posteriormente su autor daría por título Habitación para hombre solo2, y transcribió las bellas primeras páginas de sus recuerdos y las viejas historias de su vida.
La relación entre ellos fue muy intensa, y de mucha calidad intelectual. Contreras empujó a Serrano Poncela a que se marchara de Santo Domingo, para que evitara su propio hundimiento en la tiranía, luego de su ruptura con el grupo de los rojos que vinieron a la isla, y el acoso constante del régimen y sus esbirros. Temía que su amado corriera la suerte de José Almoina.
Lo motiva, insistentemente, a través de cartas y conversaciones, a que se reconozca a sí mismo como un escritor e intelectual; era su Robinson naufragado en mi isla. Vivieron su amor en secreto; él la conquistó con su deslumbrante inteligencia, cautivándola con su talento y fuerza moral. Al decir de ella: En Ud. me atraía lo que no encontraba en mí.
Cuando inicia su amistad amorosa con Serrano Poncela, Contreras reside en la capital en un apartamento de la calle Rosa Duarte. Intercambiaban libros, cartas y conversaciones. Serrano Poncela le declara su amor en octubre de 1941, cinco meses después de haber iniciado correspondencia.
Desde el comienzo de la relación, Contreras le insistió que ella había renunciado a la felicidad, a pesar de haberla esperado toda mi vida, y que él era un hallazgo milagroso, aunque vedado y que todo lo maravilloso termina mal, pues insiste en que: Ni usted ni yo tenemos derecho el uno al otro.
En 1947 Serrano Poncela tenía domicilio en la capital; ejercía como editorialista internacional del periódico La Nación, y publicó además su columna Panorama. Abandona el país en junio de este mismo año con destino a San Juan, Puerto Rico, desde donde, luego de unos años de enseñar en la Universidad de Puerto Rico, parte a Venezuela contratado como profesor de Historia de la cultura, Teoría literaria y Literatura española.
Entre 1948 y 1949 hubo un silencio entre los dos, acordado mutuamente. Reanudaron la correspondencia secreta en febrero de 1950.
Yo sé que todo lo maravilloso termina mal. Serrano Poncela y Contreras dejaron de escribirse definitivamente en 1951; con fecha 15 de enero de ese año cierra la última página del diario mecanografiado de nuestra escritora. Existía ya un mar entre los dos que los separaba.
Luego de la revolución de Abril, Contreras regresa al país desde Ámsterdam. Es septiembre de 1965 y viene con el temor de que su apartamento haya sido saqueado, entonces toma la decisión de destruir documentos de sus archivos, y, particularmente, según me confesara, papeles y las cartas manuscritas que le enviara Serrano Poncela.
Hilma Contreras vuelve a ser rebelde: el 19 de agosto de 1973, Hilma viaja a Caracas, donde permanece hasta el día 24, a pesar de la oposición de su madre. Se reencuentra, discretamente, en Monte Ávila, con el profesor Serrano Poncela, su adorado poeta de la luna, un hombre sin fe religiosa, por cuyo amor había desafiado a todo un pueblo.
Sé que morir es estar en la vida sin ti, y, sólo la muerte puede ser tu adversario . Un 15 de enero del 2006, un día igual a aquel en el cual dejó de escribir sobre Serrano Poncela, fallece en su ciudad natal, San Francisco de Macorís, la legendaria autora dominicana Hilma Contreras, a la edad de 95 años y un mes.