LUIS MÁRQUEZ 
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Como era lógico fueron ejemplares berberiscos lo que en todo momento predominaron en todos los establecimientos de crías ibéricos los que producía la situación de siglos antes, bajo la dominación romana. El caballo español de tamaño mediano, amplia caja torácica, pecho y cuello fuerte y musculoso, grupa en declive y cola de inserción baja –estos dos últimos rasgos característicos del berberisco- tenía cabeza corta, de perfil tan pronto recto como algo convexo y hundido en la base de las fosas nasales. Animal fuerte, dócil, veloz y resistente, ostentaba guapeza en el combate y gran distinción y armonía en su conformación general.
Cuando el caballo ibérico imponía sus indiscutidas condiciones en cuanto ambiente era conocido, algunos criadores –especialmente los radicados en las islas británicas.
