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Prestigiosos científicos han afirmado que una nueva especie viviente, carente de antecesores preexistentes, no puede intercalarse brutalmente, como si respondiera a una voluta omnímoda, en la vida animal. La investigación biológica e innumerable descubrimientos paleontológicos evidencia que las especies animales conocidas de otra, que evolucionaron anteriormente, las que a su vez fueron influenciadas en su conformación característica y actitudes por sus antecesores. Ello es notorio en la evolución del caballo, cuyos antepasados han sido establecidos con aceptable seguridad. La historia paleontológica conduce a la conclusión de que el proceso respectivo se inició en América, en territorio norteamericano, en zonas adyacentes.