(7 de 13)
El caballo favorito de Guillermo el conquistador fue de raza española obsequio de Alfonso IV, el Bravo; del origen era el ejemplar preferido por Ricardo Corazón de León; Eduardo II adquirió cincuenta sementales españoles para mejorar la raza de su país; Enrique VIII consideró uno de los obsequios más valiosos que recibiera en su reinado, el de veinticinco caballos de “pura raza española” que le enviara el emperador Carlos V, la admiración de los monarcas de un país como Inglaterra, en el que la cría y la obtención de buenos caballos constituyó en todo momento preocupación dominante, es más que suficiente para evaluar el origen que ostentaban los ejemplares que ingresaron a la reproducción americana. Corresponde señalar que la gravitación de la raza española se hizo extensiva a los caballos que ingresaron a Brasil los conquistadores portugueses, pues aunque embarcaron ejemplares provenientes de sus establecimientos de cría, estos también era de origen Ibérico. El tipo de caballo que entró en mayor cantidad en tierra brasileña fue el denominado “bético-lusitano”, de características coincidentes con el de la raza española criado en Andalucía. El caballo español, de tamaño mediano, era incansable, fuerte para el trabajo y la guerra.