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Nuestra hípica, hasta hace pocos años, era ciertamente muy limitadas. Se desarrollaban –sobre todo en el aspecto de la reproducción-, cimentándose en el empirismo y la improvisación. Hoy el estudio y la técnica predominan con notables resultados. Estudiamos climas, suelos y pastos. Investigamos líneas de sangre propicias, conformación y actuaciones en las pistas, ingredientes esenciales en la cría del caballo de carreras. También nuestros recursos son mayores. Perfilando hacia el futuro –borrón y cuenta nueva- debemos añadir que esos buenos augurios no habrán de realizarse gratuitamente. Mucho tendremos que esforzarnos para que tales vaticinios se traduzcan en hechos reales, pues habrá que enfrentarse a arduos contextos de índoles nacional e internacional. Sin embargo, si tenemos en cuenta la dimensión de los propósitos que nos animan, los resultados deben ser muy halagadores. Tenemos la convicción de que algunos de los triunfadores en el Clásico del Caribe hubieran hecho un papel decoroso en otras pistas. Desde luego, un ejemplar no es la representación de una cría, pero si lo que de puede cosechar a nivel óptimo, por el bien de todos los países que pertenecen a la Confederación Hípica.