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La idea del Clásico Internacional del Caribe nació y se materializó cuando un grupo de naciones relativamente pequeñas dentro de la hípica universal aceptó enfrentar cada 12 meses a sus mejores ejemplares nativos de tres años, cambiando la sede de cada encuentro.
Fueron seis países de Centroamérica y del Caribe –por coincidencia la primera zona que creó también juegos deportivos regionales preparatorios de los Olímpicos- los que se reunieron y fundaron esa carrera única en el orbe.
Los resultados han sido tan halagadores, que en todas sus ediciones del evento se han fortalecido los lazos de unión de nuestra hípica, antes disgregadas y de estructuras diversas. Además, se ha resuelto sobre la marcha los problemas que podían dificultar su realización.
El propósito del Clásico está intimamente ligado con el espíritu de Pierre de Coubertin, creador de los Juegos Deportivos modernos, espíritu que también guió a los pioneros de los juegos Centroamericanos y del Caribe, y después de los Panamericanos.
Esta columna es para los amigos lectores que gustan de la hípica y su participación en los Juegos Deportivos a nivel Panamericanos, Centroamericanos y otros.