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Mediante el hipismo se intercambiaron ideas y negocios entre hacendados, ganaderos y agricultores. También los productores agrícolas igualmente que los de medicamentos veterinarios destinados al fomento del negocio caballar y ganadero.
Al correr de los años se crea una influyente clase social y económica cuyo timbre de distinción que fue el de ser dueño de cuadras hípicas y que demostró gran experiencia en el manejo de ellas.
Pero años más tarde, dentro de aquel impulso de entusiasmo se pasó a la crianza de ganado de leche, carne y luego al de la industria de sus derivados. Por otra parte el hipódromo “Perla Antillana”, -en aquel entonces-, tuvo la más larga escuela de jockeys, que se produjo el país en aquellos años, igualmente que de entrenadores profesionales, administradores de Bancas y del ramo empresarial con una vasta experiencia para manejar cualquier asunto de empresa deportiva hípica como en cualquier parte del mundo.
En la época del Perla Antillana, el hipismo dominicano alcanzó tanto desarrollo que ya no había cabida ni para aficionados ni improvisados, ya que todos los que estaban al frente del negocio del juego deporte de las carreras de caballos contaban con una vasta experiencia en todo lo relacionado al espectáculo en general, a los h{ipicos le gusta el tema.