Durante la época de los reyes le correspondía a estos elegir a los caballeros. Bajo la República esa tarea estuvo reservada a los censores.
Es de observarse que el “Equite”, en principio, no tenía nada que ver con la caballería militar. Solo los romanos riquísimo, los que formaban una especie de burguesía, en la escala social inferior a penas al patriciado podrían aspirar a tal dignidad, los “Equites” alcanzaron a construir un factor político de suma importancia en las luchas sociales, Cayo Graco.
A los reyes aliados que querían honrar, los romanos les concedían un escuadrón de caballería como guardia personal. Durante su dictadura, Mario, que había combatido contra Yugurta como jefe de caballería, quiérase por demagogia, quiérase por necesidad, admitió al ciudadano común en el arma de caballería.
El entusiasmo que los romanos profesaban al caballo no era inferior al de ningún otro pueblo y sus más famosos generales como Escipión el Africano Julio César, Marco Antonio y otros, fueron apasionados de caballos y jinetes extraordinarios y más de uno entre ellos levantó el monumento sus cabalgaduras.