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Carlos Pellegrin, el hombre que desde su banca en la Cámara de Diputados, y luego desde la más alta magistratura, animado por una gran pasión nacional, propugnó por la fundación de bancos, el desarrollo de industrias e importantes líneas crediticias, distribuyendo riquezas y poderío. Impenitente viajero, visitó todo el mundo recabando experiencias que luego volcaba en su gestión como dirigente político, experiencia obtenida en otras latitudes y que se conocieron en artículos de su diario Sudamérica, en carta de viajes destinada a la revista de derecho, o al prestigioso diario de los Mitres, La Nación.
El padre de Carlos Pellegrin fue un gran proyectista de obras, y un retratista famoso en su época y aunque el hijo no heredó esas habilidades técnicas artísticas, debemos otorgarle el crédito de haber proyectado un gran país, dibujándolo a imagen y semejanza de las grandes potencias del mundo. Carlos Pellegrin, caudillo, tribuno, estadista, vicepresidente y luego Presidente de la Nación, fue el fundador del Jockey Club de Buenos Aires, obra a la que dedicó, con la pasión y el fervor que ponía en todas sus realizaciones, los últimos años de su vida. La fanaticada que gusta de la hípica disfruta de esta columna para ver los datos.