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Simultáneamente, ante el entusiasmo exteriorizado por los criadores de la época, algunos comerciantes iniciaron un activo tráfico de caballos árabes, berberiscos y turcos, exhibiendo preocupación por adquirirlos en centros de cría prestigiados por el éxito. Su traslado, que abarcaba largos y difíciles viajes por tierra y agua, como asimismo su aclimatación y ulterior comercialización, constituyeron problemas más complejos que debieron ser resueltos con prudencia y en base de organizaciones eficientes. Por razones obvias el costo de reproductores provenientes de los orígenes citados era extremadamente elevado. Prácticamente solo podía ser encarado por los reyes, y personas de gran fortuna y ello explica que las primeras incorporaciones de sementales árabes, berberiscos o turcos se produjera en sus establecimientos de crías. Por tales motivos el ingreso de reproductores de las procedencias mencionadas.