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Al margen de lo expuesto, las perspectivas de éxitos dictaban de estar aseguradas en la búsqueda y adquisición de reproductores árabes, berberiscos y turcos, no siempre predominaban factores controlables, lo que asignaba particular gravitación al azar. Innumerables hechos históricos, algunos de ellos mencionados en capítulos anteriores, ratifican los conceptos precedentes.
Lo cierto es que la fantasía originaba en crónicas más o menos veraces, y los efectos de una emulación creciente entre los mismos criadores, incidieron fundamentalmente en lo que finalmente constituyó pura sangre de carrera. Aunque he mencionado caballos árabes, berberiscos y turcos en mis trabajos anteriores –señalando en algunos casos sus aptitudes destacadas- precisarse a continuación las características básicas de los ejemplares de dicho origen. El tipo común del caballo árabe, integrante de la raza asiática.