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Los últimos rasgos del caballo berberisco, tenía cabeza corta de perfil tan recto algo convexo y hundido en la base de las fosas nasales. Animal fuerte, dócil, veloz y resistente, ostentaba guapeza en el combate y gran distinción y armonía en su conformación.
Cuando el caballo ibérico imponía sus indiscutidas condiciones en cuanto ambiente era conocido algunos criadores –especialmente los radicados en las islas británicas- demostraron creciente interés por incorporar a su establecimiento reproductores árabes, berberisco y turcos.
Su búsqueda se intensificó paulatinamente, facilitada por los conocimientos hípicos de los europeos radicados en el Africa mediterránea y países orientales.
Simultáneamente, ante el entusiasmo exteriorizado por los criadores de la época, algunos comerciantes iniciaron un activo tráfico de caballos árabes, berberiscos y turcos, exhibiendo preocupación por adquirirlos en centro de crías prestigiados por el éxito.
Su traslado que abarcaban largos y difícil por tierra y agua, como asimismo su climatización y ulterior comercialización. Los caballos españoles tienen sus tradición de calidad a nivel mundial.