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Aunque he mencionado caballos árabes, berberiscos y turcos en mis trabajos anteriores –señalando en algunos casos sus aptitudes destacadas- precisarse a continuación las características básicas de los ejemplares de dichos orígenes.
El tipo común del caballo árabe, integrante de la raza asiática, era mediante en cuanto a su altura y peso.
Su cabeza, de frente ancha y plana, cara recta de tamaño proporcionado, orbitas grandes y separadas, ojos muy expresivos y orejas fina y móviles, admirada por su distinción. Todas las líneas de su estructura se caracterizaban por su armonía, a pesar de una alzada que difícilmente superada 1.50 metros, siendo normalmente más reducida.
El cuello liviano, correctamente unido al tronco, aplomo perfecto, miembros que guardan debida relación con el cuerpo, cascos duros y sólidos, grupa, nalga y muslos poderosos, tórax amplio.
Además abdomen proporcionado, su línea superior recta en casi toda su extensión y terminaba en cola fina de inserción alta, configuración el máximo exponente de la belleza equina. Los fanáticos que siguen la hípica gustan de conocer la raza de los caballos a nivel mundial en cada hipódromo.