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Así, con pelos y señales, Bernal, el máximo panegirista de Cortés, va relatando las caracteristicas de cada uno de esos valiosos caballos, hasta llegar a “Joan Sedeño, vecino de la Habana, una yegua castaña y esta yegua parió en el navio. Este Joan Sedeño pasa ser el más rico soldado que hubo en toda la armada, porque trajo navio suyo y la yegua y un negro cazabe y tocino porque en aquella sazón no se podía hallar caballos ni negros si no era a peso de oro, y a esta causa no pasaron más caballos ni de qué comprarlos. De esa manera, regresó equus al lugar de su origen y su desarrollo al lugar de donde había desaparecido inexplicablemente muchísimos siglos atrás. El primer potrillo que soboreó pasto americano, aunque criollo era descendiente de los “guzmanes”, “valencia” desarrollados en España por los moros. La madre de tal padrillo fue muerto poco después en Tlaxcata. Pero volvamos nuevamente la palabra de Bernal. Y andando en estas priesas, entre aquellos grandes guerreros y sus temerosos montantes, parece ser acordaron juntarse muchos de ellos de mayor fuerza, para tomar a manos algún caballo, y echar mano a una buena yegua y bien revuelta de juego y de carrera, y el caballero que ella iba, que se decía Padre de morón