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El manejo del caballo forma parte del exterior, en él se incluye la forma de acercársele, capturarlo, sujetarlo, inmovilizarlo y derribarlo. El entrenamiento que se requiere para cualquier actividad hípica forma parte de estos trabajos; un abuso o una técnica incorrecta rompe la armonía y se presenta la lesión que por supuesto retirará al ejemplar de su actividad. Muchas lesiones ocurren por no saber llevar al caballo con las gamarras (la correa que va de la muserola del freno a la cincha) o al almartigón (cabezal). Existen muchos potrillos con serias taras por no haberlos enseñados a cabestrar, han muerto muchos más debido a que cuando se levantan de manos, no se siente el manejo correcto y se “desnudan” no se “les dio cuerda” y al jalarlo se van hacía atrás ocurriendo el traumatismo que producen la conmoción. Cada caballo suele tener una forma muy característica de manejársele, algunos con la suave voz responden, a otro es necesario manifestarle energía para obtener el resultado pretendido. La voz baja y sin gritos calma y se observa de inmediato.