“EL PELAJE DE LOS CABALLOS”
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El hombre es el autor de muchos colores de capas y en ellos ha logrado resultados extraordinarios. Se llegan a criar caballos por el solo color de su pelaje como lo demuestra por ejemplo el Palomino (capa dorada, crinera y cola casi blanca) o el Appalosa, que es un overo manchado, y que en ningún caso constituyen una raza determinada. Se a escrito más de una obra sobre los diferentes pelajes del caballo y una sola enumeración da fácilmente para pequeño diccionario. El color de muchos pelajes ha variado con el tiempo y más de uno sigue variando aún. No existe una regla para establecer un color, por lo que sucede que las designaciones no sólo cambian en los diferentes lugares de la tierra sino también en un mismo país. Ello ocurre en primer lugar por el empirismo con que se aplica, explicable hasta cierto punto si se tiene en cuenta que un pelaje tiene su nombre propio aún cuando difiere de otro igual.