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Al escuchar el de ¿RIBOT? Tesio asiente con la cabeza y comenta: Me gusta el nombre. Luego, dirigiéndose a su secretario, el gran criador italiano ordena: Telegrafía a Dormello, para que bauticen con el nombre de Ribot al recién nacido. Ya alejado el joven, los esposos regresan a la lectura, sin imaginar que han elegido el nombre de uno de los supercaballo del siglo. Dos años después, en 1954. Tesio moría sin tener la satisfacción de ver la consagración de Ribot en todas las pistas de Europa. Fue de lamentar. Por todo lo que significó Federico Tesio para el elevage mundial, merecería el premio de ver ganar al invito hijo de Romanella. El hombre, un gran humanista, unía a su clara inteligencia un profundo sentido de observación y notable capacidad de concentración para cada problema. Sobre sus numerosos viajes a Oriente, le gustaba decir que había aprendido a escuchar las estrellas y hablar con los caballos, de carrera.