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Cuando en el Japón, se incorporaron ejemplares de la raza árabe, los que además de ser empleados en las carreras que se expandían paulatinamente, motivaron importantes etapas de cruzamiento y mestización. Ello no obstante, la verdadera iniciación del turf y el elevage del Japón, adaptada a las características imperantes en la cuna del pura sangre de carrera, se produjo a principio de siglo, al ser importadas en 1907, veinte yeguas madres y un padrillo de Inglaterra por el establecimiento de cría Koiwai. A partir de entonces, el entusiasmo por las carreras de caballos –y el juego que posibilitaban- creció vertiginosamente en Japón, motivando la emulación entre haras de particulares, como el que he mencionado anteriormente, de la organización Mitsubishi, los de propiedad estatal y el Shimofusa Imperial. Cuando estalló la última guerra mundial, ya se habían importado aproximadamente ciento cincuenta caballos pura sangre de carrera, los que en su mayor parte fueron destinados a servir yeguas árabes, originando una intensa producción de anglo-árabes. Los de orígenes más selectos fueron incorporados a la cría del pura sangre de carrera, en base a una trescientas yeguas madres con pedigree debidamente controlado.