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Los fracasos iniciales fueron superados mediante acertadas medidas y rápidamente la producción llegó a satisfacer la demanda de las expediciones que intentaban lograr que nuevas conquistas. El caballo se aclimató con facilidad en los centros de crías creados por los españoles en el actual Santo Domingo, en las Antillas, y diversas zonas centroamericanas. No tardaron mucho Cuba y Jamaica en tener sus propios centros de crías. También comenzaron a establecerse otros en el continente, en Panamá y Nicaragua, de donde finalmente saldrían casi todos los caballos de la conquista. Debido a la prohibición real de sacar caballos de España, sólo excepcionalmente –con permiso del monarca- fue contravenida tan drástica decisión y la mayoría de las expediciones fueron organizadas empleando caballos nacidos en América. Las expediciones de Cortés y Pizarro son ejemplo de lo antes dicho. Los caballos empleados por Valdivia provinieron a la vez, de Perú. La conquista originaba la colonización, esta contemplaba, desde el primer momento, la implantación de nuevos centros de cría de animales domésticos, entre ellos el caballo. Paralelamente, además, se desarrollaba la industria del ganado caballar, en particular la del cuero la cual, un siglo.