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Engendrar un hijo es vital. Pero es mucho más importante, es educarlo y convertirlo en un hombre útil. Sin embargo, antes de seguir adelante, valga precisar, para ajustarnos a la verdad histórica, que el “Derby del Caribe”, tuvo su cuna en Puerto Rico, en el año de 1966, isla acariciada por todas las aguas y los vientos que no son comunes. Es decir nuestro Clásico vió la primera luz en el propio centro del Mar Caribe; ese mar donde Colón empecinado en que la tierra era redonda y por lo tanto, capaz de abrir nuevas rutas comerciales hacia el oriente se topó con América. El mismo mar por donde fueron y vinieron, Cortéz y Pizarro. Las Casas y Nuñez de Balboa, Drake y Hawkins, caballeros y truhanes. Las mismas corrientes que tejieron un fino andamiaje de amores y odios, locuras y guerras, historia y mitos, coloniajes y reivindicaciones. La misma bóveda acuática que hasta hace poco olía a pólvora de corsarios y bucaneros, antiguos y modernos. Pocos lugares en el orbe, como el Caribe, fueron en un momento dado, epícofo de tantas aventuras y odisea. No en balde fue el punto de partida para explorar, conquistar y dibujar todo el continente. Allí llegó de Palos, a travéz de los desconocido.